España es el el primer país de Europa y el tercero del mundo donde hay más esclavas sexuales; donde más personas pasan años sin que nadie les rescate.

Es lo que le ocurrió a Marcela: la empresa que le prometió trabajo como asistenta en España, la atrapó y la tuvo atenazada años. Incluso prometían matar a su familia en Brasil: "Me dijeron: Si tu no haces lo que te estoy diciendo, primero vamos a por tus sobrinas", quienes entonces tenían cuatro y seis años. Vamos a hacer fotos, vamos a hacer vídeos, y las vamos a violar a las dos hasta juntar todas las partes de su cuerpo".

Marcela llegó a temer por su vida, la amenazaron: "Como digas algo, te vamos a picar en trocitos y te tiramos al Guadalquivir".

Un día, con un esfuerzo que sólo conocen quienes han pasado ese miedo, encontró refugio. Dejó de ser parte de esas 45.000 mujeres extranjeras que la Policía calcula que los proxenetas usan en España como objetos. Pero urge encontrar medios para protegerlas. "Que se mire de frente esto que son hombres que están demandando permanentemente carne humana que se pone sobre la mesa", explica Rocío Mora, directora de APRAMP.

Hay que concienciar y recordar que ser cliente de prostitución es alimentar un negocio en el que la materia prima son mujeres, salvo aquellas a las que por edad, la palabra mujer les viene todavía demasiado grande.