Las negociaciones han sido durísimas y las protestas continúan en la calle Ferraz, pero Pedro Sánchez seguirá de momento en La Moncloa. El líder socialista se lo jugó todo a la carta de unas elecciones anticipadas y finalmente este jueves lograba ser investido, por tercera vez, presidente del Gobierno. Lo conseguía, además, en primera votación: hacía 12 años que el Congreso no vivía una investidura tan clara, con una mayoría absoluta de 179 'síes' y solo el voto en contra de PP, Vox y UPN.

Y, sin embargo, Sánchez tiene ahora ante sí la que posiblemente sea su legislatura más incierta, que afronta con un evidente desgaste y una endiablada aritmética parlamentaria que ya ha quedado patente en las negociaciones de investidura y que podría dificultarle sacar adelante nuevas iniciativas legislativas.

De momento, en cualquier caso, el ya presidente ha rubricado la enésima página de su 'manual de resistencia', tras un cambio de discurso que ha fructificado en una ley de amnistía acordada con el independentismo, que ha sacado a la derecha a las calles y ahora deberá iniciar su trámite parlamentario.

Una legislatura complicada

Así, y aunque el debate de investidura se ha desarrollado sin sorpresas, con un resultado más que ha anunciado, lo que ha ocurrido en los últimos dos días en la Cámara Baja -y sus alrededores- sí deja pistas de lo que nos espera a partir de ahora.

En primer lugar, todo hace presagiar que la relación entre el PSOE y Carles Puigdemont va a ser muy compleja. La portavoz de Junts, Míriam Nogueras, ya se lo dejó claro a Sánchez durante la primera jornada del debate de investidura: "Con nosotros no pruebe a tentar a la suerte", le advirtió, después de que su partido trasladara a los socialistas un gran malestar por su discurso. También Gabriel Rufián, portavoz de Esquerra Republicana, le lanzaba un aviso desde la tribuna: "No se la juegue".

Por ahora, lo cierto es que la presidenta del Congreso, Francina Armengol, ya ha comunicado al rey Felipe VI que el Congreso de los Diputados ha investido por tercera vez a Sánchez, mientras ya suenan los nombres que ocuparán las carteras ministeriales del nuevo Gobierno de coalición con Sumar, un Ejecutivo que se perfila con menos departamentos y, de nuevo, con cuatro vicepresidentas.

Todo ello, tras un debate que ha estado marcado por el ruido, los ataques y la crispación dentro y fuera del Parlamento. Aunque la extrema derecha se ha demostrado incapaz de reventar la investidura desde la calle, la tensión política que se ha vivido en la cámara tiene visos de prolongarse a lo largo de la legislatura.

Por ahora, Pedro Sánchez continúa durmiendo en Moncloa. El presidente del Gobierno citaba un poema Antonio Machado en su discurso de investidura: 'Hoy es siempre todavía'. Al menos hoy, es Sánchez todavía.