El rey encomendó por sorpresa a Suárez dinamitar el andamiaje del franquismo. Y lo hizo a base de decisiones históricas, aunque pocos creyeran en él. Pero el piloto llevó a España a la tierra electoral prometida, donde concurrió como favorito. Y por si quedaban dudas, su carisma y una frase para la historia hicieron el resto: "Puedo prometer y prometo elaborar una Constitución".

Cumplió su promesa, pero la crisis política y económica que atravesaba el país se lo llevó por delante: "Hay momentos en la vida de todo hombre en el que se asume una especial responsabilidad". Hay quien dice que este acto le insufló vida a nuestra democracia. Pero antes de dejar su sillón en la bancada azul, Suárez todavía protagonizaría otro momento para la historia, siendo de los pocos que no se agazapó ante los golpistas el 23F.

A partir de entonces comenzó un lento ocaso. Sus aventuras políticas mutaron en desventuras, y a pesar del reconocimiento y los homenajes, al final arrojó la toalla: "Yo ya soy bastante mayor y tengo que dedicarme a mi esfera privada". Una esfera privada marcada por el cáncer, que se llevó a su mujer y a una de sus hijas. Y también por la enfermedad degenerativa que comenzaba a comprometer su memoria: "Me he hecho tal lío que quiero terminar cuanto antes".

11 años después de esta frase, y tras darle la espalda a la esfera pública, el final es inminente. Suárez lleva años refugiado en el calor de los suyos. Y aunque ya no se acuerde, fue el hombre capaz de zurcir los desgarrones de una España que ya se prepara para despedirle.