El primer requisito para
convertir el Valle de los Caídos en un monumento a la memoria histórica es,
según muchos historiadores, trasladar los restos de Franco. "Lo primero de todo, hay que sacar los cuerpos de
Franco y de Primo de Rivera", señala Emilio Silva, presidente de la Asociación
por la Recuperación de la Memoria Histórica.
El espacio, ya sin los
dictadores, se convertiría en una lección de historia. "Un lugar para visitar
con escuelas como pasa en Alemania", apunta Jordi Gixé, director del
Observatorio Europeo de Memorias.
Un lugar pedagógico y
también laico: "La comunidad benedictina debería abandonarlo y se debería gestionar
por Patrimonio Nacional".
Como referencia, los
historiadores miran a Alemania. En Italia, en la Estación de Tren de Milán, que
Mussolini quiso convertir en el gran poder del régimen, todavía hoy se puede
ver simbología fascista. No hay consenso político para retirarla. "Italia no se
atreve, no acaba de tener el consenso necesario", apunta Gixá.
La voluntad política y
el dinero público, aseguran, son fundamentales. En Buenos Aires, Néstor Kishner
convirtió la Escuela de Mecánica de la Armada, un centro de tortura durante la
dictadura cívico militar, en un espacio para la memoria. Dicen que ahora es un
momento de oro para España, que no hay que desaprovechar.