En una Gaza desecha
Volver a la vida tras la tortura: el emotivo reencuentro de los prisioneros palestinos con sus familias
Los detalles Después de años de torturas y silencios, miles de familias palestinas volvieron a abrazarse en Gaza. Padres que creían a sus hijos muertos, hijos que apenas reconocían a sus padres y reencuentros que ponen rostro al horror vivido en las cárceles israelíes.

Resumen IA supervisado
Gaza vivió un día de intensa emoción con la liberación de 2.000 prisioneros palestinos, de los cuales 1.700 eran residentes de Gaza. Los liberados, muchos detenidos sin cargos ni juicio, relatan experiencias de tortura, hambre y aislamiento. Shadi Abu Sido, un fotoperiodista, fue detenido arbitrariamente y al reencontrarse con sus hijos, quedó paralizado de emoción. Los reencuentros estuvieron llenos de lágrimas y abrazos, con personas bajando corriendo de los autobuses para abrazar a sus familias.
* Resumen supervisado por periodistas.
Gaza vivió este lunes una jornada cargada de emoción. Padres que volvían a abrazar a sus hijos después de décadas, madres que no podían contener las lágrimas, jóvenes que reconocían a sus padres casi por intuición. Escenas de dolor, alegría y alivio tras años de ausencia.
Son solo algunos de los cientos de reencuentros que se produjeron con la liberación de 2.000 prisioneros palestinos, de los cuales 1.700 eran residentes de Gaza. La mayoría había sido detenida sin cargos ni juicio, muchos de ellos de forma arbitraria. En prisión, aseguran, vivieron auténticas pesadillas: torturas, hambre, aislamiento y humillaciones constantes.
Uno de ellos es Shadi Abu Sido, fotoperiodista. Fue detenido en marzo del año pasado en el hospital Al Shifa, mientras trabajaba. Durante meses no tuvo noticias de su familia. Los soldados israelíes le repetían una y otra vez que todos habían muerto. Por eso, cuando al bajar del autobús vio a sus hijos esperándole, se quedó paralizado. No podía creer que siguieran vivos.
"Has crecido mucho, cariño… has crecido mucho", se escuchaba decir a otro de los liberados mientras abrazaba a su hija. Entre los liberados hay activistas, periodistas, médicos, enfermeros y políticos. Personas que pasaron años entre rejas sin haber sido juzgadas.
Muchos no podían esperar ni a que el autobús se detuviera: bajaban corriendo para abrazar a sus familias, para volver a sentir el calor de casa. Otros se arrodillaban ante sus madres y les besaban los pies, un gesto tradicional de respeto y agradecimiento.
Las marcas del encierro son visibles en cada rostro. Cuerpos frágiles, miradas vacías, cicatrices que no solo son físicas. "Os juro que ni comíamos ni bebíamos. ¡Desnudos! Nos colgaban desnudos día y noche", contaba uno de los hombres recién liberados. "Estábamos en un matadero", decía otro.
Los testimonios se repiten y coinciden: años de abusos y torturas en un sistema de detención que, según denuncian organizaciones de derechos humanos y la ONU, viola de forma sistemática el derecho internacional.
Pero entre tanto dolor, ayer en Gaza se impuso algo más fuerte: la vida. Los abrazos, las lágrimas, los reencuentros. La sensación de volver a empezar, aunque sea desde el dolor. Porque, después de tanto tiempo, para muchos este ha sido el día en que por fin volvieron a vivir.
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