Libertad desigual

Celebración para unos, miedo para otros: así se vive la liberación de los rehenes en Israel y Palestina

Los detalles En Israel, los liberados son recibidos con abrazos, banderas y vítores, mientras en Gaza y Cisjordania los palestinos solo pueden reunirse en silencio, sin celebrar ni ondear banderas, porque cualquier muestra de alegría podría ser castigada como "exaltación del terrorismo".

Celebración para unos, miedo para otros: así se vive la liberación de los rehenes en Israel y Palestina

Hoy ha quedado más claro que nunca quién tiene poder y quién no. La liberación de rehenes entre Israel y Palestina no solo mostró vidas recuperadas, sino también la desigualdad brutal en cómo se puede vivir esa libertad.

En Israel, la escena fue de película. Calles llenas de banderas, gritos de alegría, abrazos interminables entre familiares y amigos. Los liberados fueron trasladados a hospitales, donde recibieron atención médica y cuidados inmediatos. La libertad allí se puede gritar, mostrar y celebrar sin miedo. Es pública, visible y, sobre todo, permitida.

En Palestina, la historia fue otra. Miles de liberados regresaron a sus casas bajo un silencio impuesto. Nada de banderas, nada de gritos, nada de celebraciones. Cualquier gesto podía ser interpretado como "exaltación del terrorismo" y ser sancionado con arresto. Las familias se abrazaron con cuidado, conscientes de que la alegría de ver a sus seres queridos estaba vigilada y limitada por Israel. La libertad allí se vive con miedo, no con festejo.

El contraste empezó desde el transporte. Los israelíes viajaron en vehículos seguros, con atención médica, y fueron recibidos por autoridades y familiares en un ambiente controlado pero lleno de emociones. Los palestinos, en cambio, se amontonaron en autobuses abarrotados, algunos llegaron a Gaza, destruida y peligrosa, otros a Cisjordania ocupada o incluso fueron expulsados a Egipto. La diferencia era visual, palpable: unos recibidos con honores, otros con advertencias.

Gaza, hoy, es un territorio al borde del colapso. La ayuda humanitaria que llega no es suficiente. Familias desesperadas se lanzan sobre los camiones de alimentos y medicinas, acumulando años de hambre y privaciones. La salud de la población es delicada, y el riesgo sigue siendo altísimo, con bombas sin explotar entre los escombros. Allí, la libertad no se celebra; se sobrevive.

Las cifras lo dicen todo: 20 israelíes liberados con vida y 28 fallecidos. Por el otro lado, casi 2.000 palestinos liberados por Israel, la gran mayoría sin juicio ni cargos; solo 250 habían cumplido condena formal. Mientras en Israel la alegría se puede mostrar en público, en Palestina la misma libertad se siente bajo amenaza.

Hoy, la tregua se ha vivido de manera desigual. Lo que unos pueden gritar en las calles, otros deben callarlo. En Israel, la libertad se celebra; en Palestina, se vigila, se reprime y se limita. La diferencia es brutal, y queda grabada en la memoria de quienes la viven: libertad desigual en su forma más cruda.

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