Imaginen circular tranquilamente en bicicleta cuando de repente es atacado por una violenta urraca. Ésta es la pesadilla de la que muchos en Australia intentan huir cada día: "Me atacó de nuevo justo aquí" afirma el pequeño Oliver Barnes, víctima de ellas en múltiples ocasiones.
Las autoridades, ante estas agresiones, aconsejan no correr, viajar en grupos, llevar un paraguas y usar gafas de sol no solo para los ojos, sino también para proteger la nuca. La imprudencia de estas aves llega tan lejos que no temen ni a las serpientes.
Según los expertos, estos ataques se producen mayoritariamente por machos y durante la época de reproducción de agosto a noviembre. Por eso existen firmes defensores de esta conflictiva especie.
"Solo intentan hacer su vida mejor en un ambiente de mucho miedo entre coches y personas" señala Carly Campbell, ecologista defensora de estas urracas australianas que, para algunos, es un símbolo nacional.