Atípica situación en un cementerio. Los familiares de los difuntos se tuvieron que volver a casa con los féretros tras esperar durante horas a las puertas del cementerio de la ciudad boliviana de Cochabamba, cerrado por el temor de los empleados al contagio por COVID-19.

"¿Qué vamos a hacer ahora, tenemos que llevar el cadáver a nuestra casa?", increpó una de las familiares, mientras mostraba a la Agencia EFE los papeles de defunción asegurando que no murió por COVID-19. La familia esperó varias horas con el ataúd y las flores para su difunta en la puerta del camposanto, mientras quienes se habían acercado para darle el último adiós se despidieron en plena calle.

Los trabajadores del camposanto se declararon en "emergencia" tras la muerte de uno de sus compañeros, que sospechan que fue por COVID-19. No obstante, aún se están analizando las causas del fallecimiento de este empleado.

"Todos los trabajadores, ya sea de la planta o administrativos, estamos propensos a cualquier contagio, en ese sentido, todo el personal de planta ha hecho el paro solicitando que venga una cuadrilla de médicos para que haga un control minucioso", expresó el administrador del camposanto, Benedicto Gonzales.

Además, solicitan que todos los trabajadores del cementerio puedan acceder a pruebas rápidas de COVID-19 y que se realice un rastreo para identificar si hay algún caso positivo entre ellos.

Las cremaciones también se paralizaron como medida de presión, una labor importante en este contexto de la pandemia, ya que los fallecidos por coronavirus deben ser cremados. Más tarde se realizó la fumigación del interior del cementerio y los trabajadores señalaron que al finalizar esa actividad retomarían su labor en Cochabamba, una de las principales ciudades de Bolivia con algo más de 600.000 habitantes. Actualmente en Bolivia se registran 1.014 muertes por COVID-19 y 31.524 casos confirmados, según datos oficiales.

Una mujer espera junto a un féretro afuera del cementerio