Sofía ronda los cuatro años, pero comparece sola, muerta de miedo, ante un juez federal por entrar ilegalmente en EEUU. Ni siquiera tiene derecho a un abogado de oficio. "¿Estás nerviosa?", le pregunta el magistrado a la menor, que responde afirmativamente, al tiempo que reconoce al juez no saber lo que es un abogado.

Así de crudas y de inhumanas son las vistas a menores sin papeles en EEUU. Una ONG ha rodado esta simulación basada en transcripciones totalmente reales. La mayoría de los niños, centroamericanos por debajo de los cinco años, ni siquiera saben inglés.

Necesitan auriculares para escuchar las preguntas traducidas al castellano. Nueve de cada diez niños sin abogado son deportados. La campaña denuncia que, con asistencia legal, hasta la mitad conseguiría permanecer en el país norteamericano.

Sus casos son un ejemplo más de la despiadada política migratoria de Trump con los menores. Pretendía separarlos de sus padres y recluirlos en jaulas camufladas de centros infantiles. Se dan así abusos y excesos en nombre de la lucha contra la inmigración ilegal que los más pequeños no comprenden y que jamás tendrían que sufrir en sus carnes.