La mujer viajaba en el barco con sus padres, que notaron su desaparición y lo denunciaron ante las autoridades. 100 voluntarios comenzaron a buscar en el barco algún rastro de la mujer, y al no encontrarla asumieron que había caído por la borda y la dieron por fallecida, dados los 20 metros de altura de la cubierta.
La náufraga, de la que sólo se ha facilitado su apellido, Wang, llegó incluso a dormir unas horas mientras flotaba en el océano, aseguraron los médicos que la han examinado después de su proeza.
La sorpresa llegó dos días después, cuando el padre recibió una llamada en la que le aseguraban que su hija acababa de ser rescatada, ante lo que el progenitor reaccionó con incredulidad, pensando que alguien quería timarle. "Sólo cuando oí la voz de mi hija creí que seguía viva... ¡es un milagro!", aseguró el padre en declaraciones al diario chino The Paper.
La mujer fue divisada por los pescadores de un buque cerca de la costa de Zhoushan, en el litoral de la provincia de Zhejiang, y la rescataron "con sólo unas pequeñas heridas en los brazos", según contó uno de los marineros que participaron en el salvamento.