El 63% de los encuestados por teléfono al término del debate consideraron a Macron "más convincente", frente al 34% que se pronunciaron por Le Pen, según la encuesta difundida por la televisión "BFMTV". El candidato socioliberal fue el preferido por el 95% de quienes le votaron en la primera vuelta del pasado día 23, mientras que Le Pen lo fue por el 85% que la apoyaron

Los dos candidatos a la Presidencia de Francia, el socioliberal Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, mantuvieron un bronco debate televisado en el que se mostraron agresivos y críticos, a días de la segunda vuelta. Nunca antes Francia había conocido un debate tan áspero entre los dos candidatos al Elíseo como el que hoy mantuvieron Le Pen y Macron, neófitos ambos en la materia y que chocaron en sus políticas pero también en su dialéctica.

Era la primera vez que una candidata de extrema derecha participaba en un cara a cara de la segunda vuelta de las presidenciales, puesto que en 2002, cuando Jean-Marie Le Pen superó la primera, su rival, el conservador saliente Jacques Chirac, se negó a debatir con él.

Fue Le Pen, que los sondeos dan como perdedora, quien abrió las hostilidades nada más comenzar el debate, emitido por las dos principales cadenas del país y considerado como la última oportunidad de convencer a los indecisos de cara al decisivo sufragio del domingo.

La candidata de la extrema derecha utilizó su primer turno de palabra para atacar directamente a Macron, a quien consideró "el candidato de las finanzas" y heredero del actual gobierno, frente a ella, que se autodenominó como "la candidata del pueblo".

Macron no rehuyó el cuerpo a cuerpo y sostuvo que Le Pen es la "heredera" del partido "xenófobo" fundado por su padre y de estar desde hace años en política. A partir de ahí, el debate fue trabado, con constantes cortes de palabra, bronco, sin ahorrarse insultos y descalificaciones.

Le Pen se esforzó en identificar a Macron con el fracaso de las políticas conducidas hasta ahora en Francia, aferrándose al hecho de que fue ministro de Economía entre 2014 y 2016. Pintó un panorama apocalíptico, acusó a la Unión Europea de impedir el desarrollo económico de Francia y propuso las recetas de patriotismo y nacionalización que ha defendido durante la campaña que le permitió llegar a la segunda vuelta 15 años después de su padre. Macron consideró "irreales" sus propuestas y propuso reformar el país para hacerlo más competitivo, al tiempo que se comprometió a impulsar una Europa que proteja a sus ciudadanos.