Durante su cautiverio,
además de utilizarla como esclava sexual, le dijeron que le iban a colocar un
cinturón de explosivos para inmolarse en un atentado y ella quería hacerlo para
intentar escapar, como habían hecho otras chicas tras desactivarlo.
"Yo antes de mi
secuestro, cuando me hablaban de Boko Haram no me lo creía, hasta que me
cogieron y tiraron a mi hijo al río. Quiero que el mundo conozca que es
verdad", ha explicado este martes 19 de septiembre Bitrus durante un
encuentro en la sede de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada
(CAN, por sus siglas en inglés) en Madrid.
La joven asegura que
llegó a contar durante su secuestro a unas 500 mujeres como ella -entre las que
conoció a las niñas de Chibouk- y a muchos terroristas (ella dice tres millones
porque su gran número hacía imposible que los contara) que custodiaban el
bosque que les rodeaba. Al líder, Abubakar Shekau, dice que nunca le vio en
persona, solo a través de una fotografía.
Bitrus fue secuestrada
en 2014 junto a sus dos hijos, mientras su marido logró escapar de una muerte
segura -los terroristas asesinaban a los hombres de la aldea-. Permaneció dos
años en cautiverio, realizando tareas como ir a buscar agua, interpretando que
rezaba como una musulmana -aunque en el fondo conservaba su fe en Jesucristo-,
y sirviendo como esclava sexual a sus captores.
Fruto de una de las
violaciones que sufrió, quedó embarazada. "Incluso cuando creció ese
embarazo seguí realizando las mismas tareas", relata, al tiempo que
explica el conflicto interior que supuso para ella criar a ese "hijo de
Boko Haram" como se refería a él.
En 2016, un día escuchó
avisos de la llegada de soldados que estaban cogiendo a las mujeres y a sus
hijos y Bitru aprovechó aquella situación de "pánico" para huir a
través del bosque. En un momento en que tuvo que cruzar un río, dejó atrás a
Cristóbal, el hijo que había tenido tras la violación, cuando un hombre se
acercó y la convenció para que también lo llevara consigo.
"Yo no sabía qué
hacer con ese niño, le miraba y me recordaba todo el sufrimiento que había
vivido secuestrada por Boko Haram", explica Bitru, que con el tiempo y con
la ayuda de su fe logró cogerle cariño.
Entre las situaciones
que vivió y que recuerda con más terror, Bitru se detiene en un viaje de tres
días en un camión rodeada de una sustancia picante que los terroristas
utilizaban para castigar a las mujeres. "Fue una tortura", asegura.
"Fue una tortura"
También relata cómo los
hombres de Boko Haram le dijeron que un día le iban a colocar un cinturón
explosivo para que se inmolara en un atentado, para lo cual primero debía
memorizar unos versículos del Corán. Bitrus deseaba que la eligieran para poder
escapar como habían hecho otras chicas antes, que consiguieron desactivar su
cinturón. "Quería hacerlo pero el día que me tocó me dijeron que no había
aprendido bien los versículos", señala.
La joven nigeriana
asegura que lo que la motivó para escapar y lo que la sostuvo durante el tiempo
de cautiverio fue su fe y añade que ha perdonado a sus secuestradores porque
así lo manda su religión.
Ahora dice encontrarse
mejor junto a su marido, con el que se reencontró, y sus dos hijos. Además,
algún día espera poder regresar a su aldea, aunque reconoce que pocos han
podido volver después de que los terroristas lo quemaran todo. "Antes del
ataque era un sitio en paz, vivíamos felices", recuerda.
Con este testimonio,
Ayuda a la Iglesia Necesitada ha presentado su campaña 'Libres ante el terror'
para apoyar a las víctimas de Boko Haram en el norte de Nigeria. Junto a Butri,
el sacerdote de la diócesis de Maiduguri, el padre Innocent Zambua, ha ofrecido
algunos datos que reflejan la situación en la región: "Unas 100.000
personas desplazadas, 300 iglesias quemadas, y 25 escuelas, 3 centros de salud
y 3 conventos destruidos".
Por su parte, el
director de CAN en España Javier Menéndez Ros, ha destacado el papel
fundamental de la Iglesia católica en las zonas que más han sufrido los ataques
de Boko Haram. "Los obispos del norte de Nigeria están ayudando a todos,
sin ellos la herida sería mayor", ha remarcado, al tiempo que ha advertido
de que "Nigeria es el país más mortífero para los cristianos".
Según ha indicado,
citando datos del Instituto para la Economía y la Paz, Nigeria ocupa el tercer
puesto en el ranking global de terrorismo. Además, Boko Haram y los grupos de
pastores Fulani han dejado 20.000 muertos y miles de desplazados por la
violencia en 2016, según datos del Banco Mundial.
En la diócesis de
Maiduguri, la Iglesia atiende a 5.000 viudas y 15.000 huérfanos víctimas de
Boko Haram. En la diócesis de Kafanchan se han registrado 53 aldeas atacadas
por los Fulani, con 1.000 víctimas mortales, cerca de 3.000 casas y locales
comerciales destruidos y 16 iglesias atacadas. Ayuda a la Iglesia Necesitada ha
contribuido con 1,5 millones de euros a paliar las necesidades de las personas
que han sufrido la violencia terrorista en Nigeria en los últimos cinco años.