Están diseñadas para pesar poco en los hombros de los niños y de una puñalada no pasa ni un milímetro. Si de balas se trata, que disparen a conciencia, porque las mochilas se venden como infalibles.

Y seguimos con el kit. También están los chalecos protectores y otros estratégicos, que permiten llevar una ristra de balas preparadas y todo lo necesario en sus bolsillos. Mientras, las calles de Newtown están cada vez más tranquilas, aunque sus vecinos siguen buscando en aquel Adam Lanza que conocieron alguna pista de lo que le llevó a la matanza.

Aún con el misterio abierto, los niños vuelven al colegio. Voluntarios con perros están intentando que los traumatizados habitantes se quiten el traje del miedo. Los funerales continúan  y el temor ha vuelto en forma de pólvora.

Aumentan la demanda de clases de tiro en varios estados y la venta de armas. El dato más tremendo el de Colorado, donde este sábado se vendieron 4.500 armas en menos de 24 horas,  un record histórico y justo, además, en un estado en el que se acaba de producir un nuevo tiroteo sangriento. Cuatro personas murieron en un apartamento después de una riña familiar a manos de un tirador que también se suicidó.

Una nueva ola de confusión y de ruido que no tapa lo más importante, el dolor. Algunos niños pensando solo en  la idea de empezar en la escuela nueva preguntaban si volvería a ver cadáveres. Ellos sí que no quieren cruzarse de nuevo en su camino con ningún arma.