Para elegir al nuevo papa

Cuándo es el Cónclave y por qué no se puede ver en directo (pero sí entenderlo)

El Cónclave es el proceso de selección del nuevo papa, un procedimiento que comienza días después del fallecimiento o renuncia del pontífice. Ahora, es el momento de prepararnos para el Cónclave del que saldrá el papa número 267.

Cardenales caminan en procesión hacia la Capilla Sixtina en el Vaticano, al comienzo del cónclave de 2005.

Todo preparado en el Vaticano después de la muerte del papa Francisco I. El propio Jorge Bergoglio pidió simplificar el ritual para constatar la muerte de los pontífices, incluida la suya, por lo que el funeral de Francisco se espera que sea más sencillo y austero de lo que fueron otros, como el de Juan Pablo II, el último papa que murió en activo antes del argentino. Entre el martes 22 y el miércoles 23 de abril, el cuerpo será trasladado y el entierro se espera que sea a finales de semana, en Santa María la Mayor.

Después, llega el Cónclave: es el proceso por el que se elige al nuevo papa, un procedimiento complejo y extremadamente misterioso, que se mantiene en el más absoluto de los secretos. ¿Y cuándo se prevé que será el Cónclave para elegir al 267º papa? Entre el martes 6 de mayo y el domingo 11 de mayo, probablemente. Las fechas están más o menos claras: suelen celebrarse en los 15 ó 20 días posteriores al fallecimiento, con todos los cardenales papables de menos de 80 años.

El Cónclave post Francisco, el más numeroso

Tras su último consistorio, el décimo de su pontificado, el colegio cardenalicio quedó compuesto por 252 purpurados, 135 de ellos menores de 80 años y por tanto electores, con lo que se estableció un nuevo récord, y será el más concurrido de la historia, ya que las normas decretan que sean 120 purpurados. Pero se trata sólo de un indicador aritmético porque los 110 cardenales nombrados por Jorge Mario Bergoglio no constituyen en modo alguno un cuerpo electoral homogéneo ni indican que el próximo pontífice seguirá siendo reformista.

Lo que sí muestran es una Iglesia con una mayor representación de países que hasta ahora no entraban en la Sixtina como Mongolia, Lesoto, Albania, Timor Oriental, Tonga, Irán y Argelia. Habrá 24 cardenales latinoamericanos posibles electores, aún lejos de los 55 europeos, pero aunque los italianos siguen siendo el grupo más numeroso de un futuro cónclave, su peso relativo ha disminuido con el paso de los años: eran 28 sobre los 115 que en 2013 eligieron a Jorge Bergogio y hoy serían 18 sobre 141.

Durante su pontificado, el papa argentino ha rediseñado la geopolítica eclesial: los europeos reducen su presencia a favor del resto de continentes, como el asiático, con 25 purpurados y el 18% del total, pero también crece África con 18 electores. El primer dato que salta a la vista es el considerable crecimiento del número de cardenales procedentes del continente asiático: habiendo permanecido prácticamente invariables en los 35 años que separan la elección del papa Wojtyla de la de Francisco, actualmente se han más que duplicado, pasando de 9 a 25.

El crecimiento del número de cardenales africanos también es evidente, pero más contenido, pasando de 11 a 18. España es el tercer país en número de miembros del Colegio cardenalicio, con 13 cardenales, por detrás de Italia (48) y Estados Unidos (17), aunque, solo podrían participar y votar seis, por tener menos de 80 años. Si se celebrara el Cónclave más allá del 15 de mayo, serían solo cinco: el 16 de mayo, el arzobispo emérito de Madrid Carlos Osoro cumple los 80 años.

¿Se puede ver en directo el Cónclave?

La respuesta rápida es no. Y la larga y elaborada también indica lo mismo: el Cónclave es secreto. Los 135 cardenales que ya se dirigen al Vaticano para formar parte del proceso de selección del próximo papa entran a misa y se van directos a la Capilla Sixtina, donde juran cumplir las rígidas normas que rodean el Cónclave.

Nadie sabe lo que ocurre dentro, y ninguno de los cardenales puede tener contacto con el exterior. El redactor de Religión Digital Jesús Bastante explica a laSexta que "ni móviles" pueden utilizar. "Hay un barrido bastante espectacular" en la plaza de San Pedro del Vaticano, controlando que el proceso sea lo más secreto posible, hasta el punto de que sólo pueden descansar en los apartamentos de Santa Marta.

Durante el Cónclave, los cardenales votan al que sería su candidato favorito para convertirse en papa. Se hace con unas papeletas rectangulares, que tienen que llevar escrito en la parte superior las siguientes palabras, "a ser posible impresas": Eligo in Summum Pontificem, que significa, en latín, "Elijo como sumo pontífice". En la mitad inferior de la papeleta debe quedar un espacio en blanco para que cada cardenal escriba el nombre de su elegido. De esta manera, la papeleta se puede doblar por la mitad.

La Constitución apostólica indica que el cardenal elector deberá escribir, "con caligrafía lo más irreconocible posible", el nombre de su favorito. Esta petición responde a la necesidad de que se mantenga el voto secreto.

¿Qué pasa si los cardenales rompen el secreto?

Son los artículos 58, 59 y 60 de la Constitución apostólica los que recogen las sanciones por violar el secreto durante el Cónclave. "Quienes, de algún modo, según lo previsto en el n. 46 de la presente Constitución, prestan su servicio en lo referente a la elección, y que directa o indirectamente pudieran violar el secreto ―ya se trate de palabras, escritos, señales, o cualquier otro medio― deben evitarlo absolutamente, porque de otro modo incurrirían en la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica", reza el primero de los tres.

El segundo continúa: "En particular, está prohibido a los Cardenales electores revelar a cualquier otra persona noticias que, directa o indirectamente se refieran a las votaciones, como también lo que se ha tratado o decidido sobre la elección del Pontífice en las reuniones de los Cardenales, tanto antes como durante el tiempo de la elección. Tal obligación del secreto concierne también a los Cardenales no electores participantes en las Congregaciones generales según la norma del n. 7 de la presente Constitución".

El último de los tres artículos fija lo siguiente: "Ordeno además a los Cardenales electores, graviter onerata ipsorum conscientia, que conserven el secreto sobre estas cosas incluso después de la elección del nuevo Pontífice, recordando que no es lícito violarlo de ningún modo, a no ser que el mismo Pontífice haya dado una especial y explícita facultad al respecto".

El término latino latae sententiae para hacer referencia a la excomunión quiere decir que es una pena impuesta, sin que sea necesario que haya una autoridad eclesiástica que avale esta pena. Es decir, el cardenal que revelara algún secreto con respecto a la elección del papa sería excomulgado sin miramientos.

¿Entonces cómo sabemos qué pasa en el Cónclave?

Uno se puede hacer a la idea de lo que ocurre en el Cónclave recurriendo a la ficción, pero lo cierto es que sólo hay una manera de saber qué ocurre en un Cónclave: fijarse en el color del humo que sale de la chimenea del Vaticano:

  • Fumata negra: significa que ningún candidato ha obtenido los dos tercios necesarios para ser designado papa
  • Fumata blanca: si se llega a un acuerdo y se elige al que será el próximo pontífice, el humo que saldrá será de color blanco. Esta es la única manera de saber desde el exterior de la Capilla Sixtina si los cardenales han llegado a algún acuerdo.