Lo tenían todo preparado, cinco jovenes rusos habían planeado al milímetro una misión de película.  Querían llegar hasta la planta 75 de un edificio, que cuando se inaugure será  el más alto de Europa llegando a los 304 metros.

El edificio está todavía en construcción aunque ya está totalmente blindado. Así que después de localiar todas las medidas de seguridad decidieron que la noche era el mejor momento para entrar.

Se hicieron pasar por obreros y consiguieron colarse. Ahí comenzó su escalada, subieron por las escaleras para no levantar sospechas y después de 57 plantas, tuvieron que parar a descansar.

Una siesta y a seguir subiendo hasta la planta más alta, donde comenzó el último reto. Tres saltaron en paracaídas y abajo les esperaba un coche para despistar a la policía y que mientras los otros pudieran llegar a lo más alto.

En el punto más alto, dificultado por niebla, hielo y nieve, hubo algún que otro susto aunque al final lo consiguieron. Una misión de locura que resultó no ser imposible.