Ya no lanza solo bombas
'Cepo' israelí a Gaza: sin comida, sin agua y con la ayuda en manos de una 'fundación' privada de EEUU
¿Qué está pasando? La ONU denuncia que Israel bloquea la asistencia humanitaria y la sustituye por un sistema opaco, sin neutralidad ni garantías, mientras medio millón de gazatíes se acerca a la hambruna.

Resumen IA supervisado
Gaza se encuentra con medio millón de personas al borde de la hambruna debido al bloqueo israelí que impide la entrada de ayuda humanitaria. Israel justifica el cerco como medida contra Hamás, pero la situación ha provocado una grave escasez de alimentos, agua potable y medicinas. El gobierno de Netanyahu propone externalizar la gestión de la ayuda a una fundación privada liderada por Jake Wood. La ONU y expertos denuncian que esta estrategia viola principios del derecho internacional humanitario.
* Resumen supervisado por periodistas.
"Todo el mundo está muerto de hambre. Antes teníamos harina, pero ya ni eso". El clamor de una población sitiada resuena sin eco en la comunidad internacional. Gaza lleva más de dos meses sin recibir ayuda humanitaria regular. Israel, con el pretexto de frenar a los combatientes de Hamás, mantiene un cerco férreo que ha sumido al enclave en una crisis humanitaria sin precedentes.
Medio millón de gazatíes, al menos, está ya peligrosamente cerca de la hambruna, mientras se propagan infecciones y enfermedades por la falta de agua potable, medicinas y atención sanitaria.
Óscar Vara, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, lo resumía con crudeza en Al Rojo Vivo: "Los militares israelíes pedían precisamente una política así, asediar por hambre a Gaza". Y eso es lo que se está ejecutando.
Pero la "solución" que propone el gobierno de Netanyahu añade una nueva capa de indignación. Lejos de permitir el retorno de la ayuda de Naciones Unidas o de las organizaciones humanitarias tradicionales, Israel apuesta por externalizar la gestión a una fundación privada dirigida por una exmarine estadounidense, Jake Wood, empresario con un pasado en operaciones militares y presente en el mundo de la "filantropía corporativa".
La distribución —altamente selectiva— estaría bajo control israelí y de empresas de seguridad estadounidenses, sin transparencia, sin estándares humanitarios, sin neutralidad.
Desde el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria, Jesús A. Núñez Villaverde alerta: "Se trataría de 60 camiones al día (cuando eran 600). Sería absolutamente selectiva, no estaría coordinada más que por los israelíes y esos grupos privados, ellos decidirían, por tanto, los potenciales beneficiarios".
La ONU ya ha mostrado su alarma. No solo por la insuficiencia del plan, sino porque supone una politización y militarización directa de la ayuda humanitaria, algo que contraviene los principios básicos del derecho internacional humanitario. La estrategia de asfixiar Gaza por hambre, sumada al monopolio privado de la asistencia, plantea interrogantes éticos y legales que muchos gobiernos, por ahora, prefieren no responder.