Hace 25 años estallaba el escándalo Lewinsky. El entonces presidente de Estados Unidos Bill Clinton fue acusado de mantener relaciones sexuales extramatrimoniales en el despacho oval con la becaria Mónica Lewinsky.

En un primer momento, Bill Clinton realizó unas declaraciones públicas en as que aseguraba que las acusaciones "eran falsas". La prensa de entonces inició una campaña de desprestigio hacia la joven. Hasta tal punto que una mujer, columnista del New York Times, no dudó en tacharla de "pasante depredadora de la Casa Blanca".

Por su parte, Fox News llegó a lanzar una encuesta donde el 54% de los participantes creía que Lewinsky era una joven vagabunda en busca de emociones. El 21% la veía como una chica del montón. "Me sentí como un trozo de basura", confesó ella tiempo más tarde.

Lewinsky pactó inmunidad judicial con el fiscal general y aportó una prueba definitiva de su relación íntima con el presidente, un vestido manchado de semen de Clinton tras tener sexo oral, algo que le obligó a cambiar de versión. "Sí tuve una relación con la señorita Lewinsky, pero fue inapropiada", explicó.

Esta nueva versión le costó un impeachment, un juicio político por perjurio. Paradójicamente, él salió reforzado. En EEUU ya no le veían como un mentiroso sino como víctima de un montaje, porque nunca tuvo sexo con penetración.

Tiempo más tarde, en 2017, el feminismo, a través del movimiento Metoo, pedía perdón a la exbecaria por haberla dejado sola y abandonada al escarnio público. Un reconocimiento que después de tantos años hizo llorar la gran víctima del escándalo Lewinsky.