Austria ha lanzado un billete climático que, por 949 euros al año, permitirá viajar sin límite en todos los medios de transporte público del país. Por 110 euros más podrás con niños pequeños (hasta cuatro menores de 15 años) sean o no parientes del portador del billete.

El objetivo de esta iniciativa es luchar contra el cambio climático y ofrecer alternativas de movilidad sostenible al principal vehículo, el coche, que es mucho más contaminante.

El llamado 'Klimaticket' estará en marcha a finales del me de octubre en seis de los nueve estados austriacos, salvo Viena y dos regiones más que esperan incorporarse en breve. A partir de entonces, los ciudadanos podrán utilizar los autobuses urbanos e interurbanos, trenes, tranvías y metros con un único billete.

Más adelante, eso sí, el precio ascenderá a 1.905 euros por 12 meses. Sin embargo, para los menores de cinco años todo el transporte es gratuito y los menores de 26 y mayores de 64 podrán beneficiarse de un descuento del 25%.

¿Nos compensaría en España?

La pregunta es si un abono transporte climático como el de Austria saldría rentable en nuestro país. Para hacer los cálculos tenemos en cuenta que el precio del abono anual más habitual en Madrid y Barcelona, que incluye, autobuses, metro y cercanías, es de 640 euros al año.

A esto hay que añadirle viajes de ocio en tren a otras regiones. Pongamos uno por las vacaciones de verano, otro en Semana Santa y otro por Navidad, con un coste aproximado total de 915 euros al año.

En principio, no compensaría un abono por este precio, pero si se tiene en cuenta que por un poco de dinero más pueden viajar hasta cuatro menores de 15 años, entonces sí salen las cuentas.

Otros ejemplos

Lo cierto es que Austria no es el único país que ya ha puesto en marcha medidas para abaratar el transporte público y hacerlo más atractivo así para los ciudadanos. En Luxemburgo, han ido más lejos y allí todo los transportes públicos son gratis desde hace año y medio. Aunque dejan de ingresar 40 millones de euros al año, lo que ganaban con la venta de billetes, se lo pueden permitir en uno de los estados más ricos del mundo.

En Lathi, Finlandia, tienen una aplicación que registra los kilómetros que cada uno hace en transporte público. Pueden canjearse por entradas a las instalaciones municipales o descuentos en cafeterías.

Pero el transporte barato o gratis, también puede llegar a tener sus desventaja. En Tallin, capital de Estonia, no cobran desde hace más de ocho años, y pese a que hoy son más los que se mueven en bus o tren que los que usan el coche, la calidad del transporte ha empeorado: líneas más llenas, rutas más lentas.