El Banco Central Europeo (BCE) ha confirmado este jueves lo que se venía pronosticando desde meses: se acabó la barra libre del dinero. Después de once años sin subidas de los tipos de interés y con seis ejercicios en el que el conocido como "precio del dinero" estaba en el entorno del 0%, la entidad presidida por Christine Lagarde ha avanzado que subirán los tipos de interés en 25 puntos básicos el próximo julio.

El tipo de interés es el tipo de referencia que los bancos abonan cuando reciben un préstamo del BCE en situaciones en las que la liquidez escasea. Es decir, es el precio al que se financian los bancos.

En concreto, el BCE ha mantenido el tipo de interés de las subastas semanales en el 0%, el de la facilidad marginal de crédito en el 0,25% y el de la facilidad de depósito en el -0,50%.

Estos tres tipos son las referencias claves para el Banco Central que dirige el euro y cuya función principal es controlar la inflación, desbocada a causa del alza de los precios de la energía y por la invasión rusa de Ucrania. Durante once años la política monetaria ha hecho descender los tipos de interés para facilitar la liquidez en el mercado, de tal manera que a los bancos les resultaba barato financiarse y, según esta lógica, cobrarían menos a consumidores, empresas, inversores y gobiernos a la hora que acuden a pedir un préstamo.

Esta es una forma de asegurar la actividad económica y de fomentar el crecimiento. Sin embargo, esta barra libre del dinero se ha visto de bruces con el ascenso de los precios de la energía. El BCE tiene el mandato de contener la subida de los precios al entorno del 2%, una tasa que se considera "sana" para la economía. Pero ahora, con una previsión de que suba un 6,8% en la eurozona, la entidad con sede en Fráncfort ha decidido actuar.

¿Por qué subir los intereses? Porque subir el tipo de interés, el precio del dinero, supone recortar liquidez en el mercado. Es decir, reduce la demanda de dinero y, por tanto, reduce también los precios. El objetivo de la entidad que dirige Lagarde es frenar la inflación sin provocar un freno del crecimiento. Por eso han optado por una subida de 25 puntos básicos, hasta el 0,25%, retrasando a septiembre una posible subida mayor. Todo en función de cómo evolucionen los precios.