Saben cuándo saldrán de Extremadura pero nunca cuándo llegarán a su destino o si llegarán. Los extremeños llevan años denunciando el mal estado de sus trenes.

Ángel Caballero, presidente de la Asociación Extremeña Amigos del Ferrocarril, asegura que necesitan "inversión, adecuar las instalaciones, electrificar vías, dotarlas de sistemas".

Ni trenes de larga distancia, ni de alta velocidad. Son máquinas diésel que no alcanzan los 160 kilómetros por hora y que circulan por una única vía del siglo XIX. Como resultado: largas esperas, retrasos y constantes averías.

Ir de Badajoz a Madrid en tren supone más de seis horas y 11 paradas. En coche no llega a cuatro horas.

Para llegar a Sevilla se necesitan cuatro horas y media, el doble que en coche. El tren llega a parar hasta 19 veces.

Esta incomunicación afecta directamente al turismo. El Clúster de Turismo de Extremadura estima que la región pierde 100 millones al año y deja de generar 5.000 puestos de trabajo por no tener AVE. Con el AVE, el número de viajeros pasaría de 800.000 a 1.600.000.

"El cliente y las corrientes turísticas se van donde tienen facilidad para ir", afirma José Luis Hernández, presidente de la Asociación de Hosteleros de Mérida.

Y no pierden sólo en viajeros, también en competitividad económica. Se ven obligados a transportar a Europa sus productos agrícolas por carretera.

Juan Francisco Blanco, director gerente de ACOPEX, asegura que hay una diferencia de "un coste importante de transportarlo por camiones a transportarlo por ferrocarril, estamos hablando de dos tercios del coste de ese transporte".