Día grande para Pedro Acosta. Día inolvidable. Día que le hace entrar ya en el podio de la historia de MotoGP. Porque el murciano, en su segunda carrera, ha terminado tercero. Tercero en Portugal. Porque ha catado cajón y es, desde ya, el tercer piloto más joven de todos los tiempos en lograr algo así en la categoría.

Con 19 años, el de Mazarrón ha dado toda una lección en Portimao. De calma. De saber estar. De veteranía. De desparpajo. De pillería. De no conformarse. De saber esperar su oportunidad. De no tener complejos. De no tenerle respeto, bien entendido a nivel de competición, a los campeones de la categoría.

Ya lo dejó claro con Márquez en Losail cuando, sin pensárselo dos veces, le tiró la moto para superar a Marc en una maniobra perfecta a la par que arriesgada. No pudo luego completar su actuación con podio, pero ya iba avisando de lo que estaba por llegar.

Por si no lo recordaba lo repitió en Portugal. Y lo mismo le hizo a Pecco Bagnaia. No pudo el italiano con él. No logró pararle. No evitó que le superase para ponerse cuarto y mirar ya al podio. Para poner toda su atención en una ceremonia que a buen seguro le va a tener más veces. Porque si con 19 años, si con la KTM de GasGas, hace esto a saber qué hará cuando lleve más de dos carreras en MotoGP.

Su adelantamiento al transalpino fue espectacular. Fue, además, clave. Clave porque le sirvió para estar en el podio. Porque de no ser por eso la caída de Maverick Viñales no le habría valido esa tercera posición. Sí, el español de Aprilla, tras su victoria en el sprint, se fue al suelo y la tristeza de uno fue la alegría del otro.

Porque ahí estaba Acosta. En un domingo. En la ceremonia del podio en la que estaba además presente una leyenda como Jose Mourinho. Una del fútbol. Una que ya ha saludado a un chaval de 19 años que aunque acaba de comenzar su carrera en MotoGP ya tiene toda la atención. Ya se ha ganado tener toda la atención.