Aplausos y lágrimas ante la llegada del féretro de Arthur Vinicius a la capilla de Volta Redonda, en Brasil. El joven ha sido enterrado el día de su quince cumpleaños. Ante la zanja, abrazos, rabia y el recuerdo de una madre.

"Él me cogió de la mano y la besó y me dijo que le bendijera. Me dijo que me quería y yo a él, le acaricié el cuello y se fue", afirma. Es el primer entierro de las víctimas que se ha cobrado el incendio en una de las instalaciones deportivas del club, la destinada a los juveniles.

El fuego originado en una máquina de aire acondicionado y en plena noche arrasaba la estructura del edificio donde dormían los jóvenes.

El país está de luto por la muerte de estos jóvenes promesas del fútbol carioca y lo muestran a las puertas de la sede del club con carteles que honran a las víctimas.

Las flores en forma de homenaje se multiplican y puertas adentro, representantes del club se justifican. No fue por falta de cuidados del edificio, dicen, pero las calles gritan. Miles de personas protestan ante la tragedia.

Y también hay hueco para el silencio en memoria de las víctimas con un denominador común: todos intentan aguantar las lágrimas.