Tres minutos. Eso le bastó a la Juventus para cargarse al Tottenham. Eso fue lo único que necesitaron los italianos para ventilarse a un equipo que les tuvo contra las cuerdas durante más de una hora... pero que pestañeó. En ese cerrar y abrir los ojos, Higuáin y Dybala dieron la vuelta a un partido que Son había desnivelado para dar el pase a cuartos a los de Allegri.
Los de Londres se estarán preguntando por qué ha pasado. O cómo ha pasado. Y, posiblemente, no encuentren respuesta. Y si la encuentran quizá den con dos opciones. La primera, que esto es la Champions y la Champions es así. Y la segunda, que aparte de que esto sea así lo es más cuando enfrente está la Juve. Y a la Juve no la puedes dar por muerta. Nunca.
Hay que asegurarse de que no se levanta. Y aunque lo hagas, comprobarlo todas las veces posibles. Porque el Tottenham salió como si la ida no existiera. Sin complejos. Sin nervios y con la confianza de un habitual en las eliminatorias Champions aún siendo un novato. Con la idea clara de atacar y de marcar, el cuadro de Pochettino le faltó por completo el respeto a la Juventus.
Sobre todo Son. El surcoreano, más que posiblemente el mejor jugador asiático del momento, volvió loca a toda la zaga italiana. Barzagli no sabía qué hacer, y el atacante se lo pasó en grande por el verde de Wembley. Todos miraban a Dybala. Todos miraban a Kane. Y él era el mejor.
Perdonó el 1-0 en un mano a mano con Buffon, pero no volvería a fallar en su segundo intento. Remató mal, y lo más curioso es que de haberlo hecho bien ese balón ni habría entrado. Hizo algo complicado el Tottenham, pero aparte de marcarle a la Juventus le faltó hacer lo más complicado.
Le faltó derribar por completo a su rival. Lo intentaron en la segunda parte, pero en dos despistes, en dos simples despistes, se fueron por completo sus opciones. Todo gracias a Higuaín, ese al que algunos señalan con el dedo cuando falla pero que al mismo tiempo se olvidan de ver sus bondades. Dos goles marcó en la ida, y en la vuelta volvió a ver puerta para luego, con una genialidad de '10', darle el 1-2 a Dybala para cerrar el encuentro.
Faltaban más de 20 minutos, pero ya estaba cerrado. La Juventus puso su zaga en el modo férreo y aunque el Tottenham lo intentó no daba con la tecla. No pasaba la tela de araña tejida por Allegri para esos instantes y tan solo un par de tiros lejanos buscaban poner solución. Un balón al poste, en una jugada confusa, fue la última esperanza de los de Wembley.
Les falta aún experiencia, pero sin duda este equipo que ha formado Pochettino tiene los cimientos suficientes como para, con tiempo, pasar de perder a ganar este tipo de partidos. La Juventus fue demasiado para la juventud del Tottenham. La 'Vecchia Signora' sigue adelante; los 'Spurs' se quedan en el camino.
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