Este Atlético se está acostumbrando, peligrosamente, a la locura. A lo imprevisible. Al no saber qué va a pasar incluso cuando todo parece controlado. En tres partidos, goles a favor y en contra, y en contra y a favor, en una demostración que este curso el estilo Simeone, férreo con la muralla en torno a Oblak, no está como estaba. Ante el Getafe, 4-3.

Y, ojo, seis goles en la primera parte incluso con un penalti fallado cometido sobre Luis Suárez y marrado por el propio punta uruguayo. A pesar de todo, el 2-0 lucía en el marcador gracias a Ángel Correa y al cada vez menos sorprendente Cunha.

Sin embargo, la luz se tornó en sombra con poco. Con muy poco. Borja Mayoral puso el 2-1 y Enes Unal, con dos tantos de penalti, dio la vuelta al marcador. Por manos. Los dos. El primero de Cunha; el segundo de Lemar. Se nota ahí que ni uno ni otro son defensas.

Correa hizo el tercero antes del descanso, y Felipe complicó todo con su karate. Con una patada al costado de Arambarri por la que vio una roja que no se puede ni se debe discutir. Con diez, y con Joao Félix de '9',la cosa pintaba mal.

Pero, cosas de la vida, la roja al central hizo que saliese Mario Hermoso por Luis Suárez. De nuevo fue el central el elegido. Como ante el Valencia. Como en otro encuentro de auténtica locura que se acabó llevando el Atleti.

En una acción a balón parado se encontró la bola. Remató una vez, mal. Y luego, de tijera, la enchufó. Locura, bendita locura, en el Metropolitano.

En tres partidos, el Atleti ha encajado nueve goles y ha marcado otros tantos, sumando seis puntos ante Valencia, Barça y Getafe.