Desde el año 1966 Andrés Perales reside en el Estadio de la Rosaleda, su casa. El Málaga es toda su vida.
En el club ha trabajado de chófer, de jardinero, de conserje... y de delegado de campo. Ahora camina por el césped de un estadio en silencio, vacío.
"Esta es mi vida. La juventud la he echado aquí, en la Rosaleda", cuenta en 'Jugones'. Allí vive con su hijo y con su perro.
"Me da mucha pena ver esto así vació, después de cómo lo he visto. De ver esto lleno, con gente entrando y saliendo a esto... Y ahora verlo así da mucha pena", cuenta.
A sus 86 años, Andrés vive su confinamiento en la Rosaleda, protegido del coronavirus, una enfermedad que afecta especialmente a las personas mayores, pero él cree que no: "Hay que echarle valor porque esta epidemia no respeta a nadie... ni al joven ni al viejo, ni al pobre ni al millonario...".