Gareth Bale es feliz en Los Ángeles. No solo por estar lejos de los focos mediáticos con los que tanto le costó convivir, sino porque allí ha encontrado la tranquilidad... y una buena situación deportiva. El extremo marcó en el último minuto de la prórroga para forzar la tanda de penaltis que acabó dando la primera MLS de su historia a Los Ángeles FC.
El equipo angelino disputó una final muy igualada ante los Philadelphia Unions. Se fueron a la prórroga tras empatar a dos en el tiempo reglamentario, en unos primeros 90 minutos que el galés vio desde el banquillo. Bale venía de una lesión que le había impedido estar en el resto de partidos de playoffs, aunque llegó al momento justo.
Sustituyó a Carlos Vela en el minuto 97, pero la situación se volvió adversa. Su portero, Crépeau, fue expulsado por roja directa y tuvieron que estar con un jugador menos en el final de la prórroga. Y poco después, llegó el gol de Philadelphia en el 120'. Tenían nueve minutos de descuento para empatar y Bale se echó el equipo a la espalda.
Palacios apuró línea de fondo y puso un centro. El galés lo esperó en el punto de penalti y remató de cabeza en el minuto 127 para empatar el encuentro y forzar a la tanda de penaltis.
En las penas máximas, probablemente el galés se estaba guardado el quinto penalti, pero no hizo falta. Philadelphia no anotó ninguno de los tres lanzamientos que realizó y Los Ángeles FC se proclamó por primera vez en su historia campeón de la MLS.