El taller de la última ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas no está cubierto de pintura ni del polvo de las esculturas, solo de trozos de tela y restos de hilo. Algodón y lana son las materias primas con las que Teresa Lanceta lleva expresándose desde los años 70 hasta ahora, sorprendida de haber sido reconocida con este premio. "Me sorprendió que me quisieran", expresa en una entrevista a laSexta Noticias.
Su próxima obra, que nos enseña en primicia antes de colgar en una exposición en Valladolid, es un bordado que habla de mujeres olvidadas. Su interés por los telares comenzó gracias a las tejedoras marroquíes. De hecho, el día que le anunciaron que había ganado veía en televisión las imágenes del terremoto de Marruecosmientras lloraba.
"Son sitios en los que yo he vivido", recuerda. Pero el premio, a pesar de no creer en los premios porque reclama otro tipo de ayudas a la creación, "sorprendentemente", dice, le cambió el día. Desde entonces, sus grandes tapices y alfombras han colgado de museos de todo el mundo: Los Ángeles, Sao Paulo, Venecia y Barcelona, donde hace tiempo rompió con el prejuicio de considerar arte lo que antes solo se veía como artesanía.
"Es una forma de expresarse como la pintura o el vídeo, eso ya está completamente aceptado e integrado en los museos", reconoce. Su inspiración también le viene de los recuerdos de la infancia, cuando viajaba al pueblo y veía a sus tíos remendándose la ropa para alargar su vida con zurcidos o parches de otras prendas. Porque su arte demuestra que una aguja puede ser tan noble como un pincel cuando lo importante son las ideas a expresar.