Esposado, pero sonriente, había salido Harvey Weinstein hacia el juzgado. Ya en el banquillo, con expresión severa, veía cómo la fiscalía del distrito de Manhattan ponía inicio al procedimiento judicial de una investigación que ha durado siete meses.

Al reconocido productor de cine de Hollywood se le ha acusado de cuatro delitos contra dos mujeres; entre ellos, el de violación y abuso sexual. El juez le ha impuesto una fianza de 8,5 millones, de los que ha abonado 850.000. Weinsten ha entregado su pasaporte, por lo que no podrá salir de Nueva York, y llevará un brazalete electrónico que controlará sus movimientos.

Ante el juez dijo que colaborará con la justicia, aunque no se considera culpable. "Creemos que al final del procedimiento el señor Weinstein será exculpado", ha señalado su abogado, Benjamin Brafman. En octubre de 2017, más de 70 actrices acusaron de abusos sexuales al magnate de Hollywood. Rose McGowan, una de las primeras en denunciarlo, ya ha valorado el procedimiento abierto contra Weinstein.

"Es un gran golpe contra el corazón del poder abusivo", ha asegurado McGowan, que ha añadido: "Te tenemos". El de Harvey Weinstein es solo el principio del fin del abuso de poder en la industria del cine. Morgan Freeman, acusado de agresión sexual por ocho mujeres, ha vuelto a pedir disculpas, pero insiste: no ha agredido a nadie y no ha ofrecido trabajo a cambio de sexo.