Empezó a tocar el piano con ocho años, y con 37 es una auténtica diva folclórica. Un 24 de septiembre de 1985 Oviedo vio nacer a Rodrigo Cuevas y desde muy joven se adentró en el mundo de la música. Estudió piano y tuba y más tarde, en la Escuela de Música de Cataluña (ESMUC), en Barcelona, realizó los estudios de Sonología, aunque estudiar lo que le gustaba no era suficiente: dejó todo y se fue a vivir a Galicia, primero a Santiago de Compostela y, más tarde, a una pequeña aldea de Pontevedra, Barbeira, donde aprendió gallego y empezó a forjar su amor por la música tradicional.

"La verdadera revelación se produjo cuando fui a vivir a una pequeña aldea del interior de Galicia, donde entré en contacto con la música tradicional más pura gracias a mis vecinas pandereteiras", señala en su biografía. Y esta música sigue formando parte de su idiosincrasia, hasta el punto de haberse convertido en un fuerte defensor de la idea de que, en lo musical, "lo antiguo y lo moderno no están reñidos". Aunque esta idea la tenía en la cabeza mucho antes, una prueba de ella es el reciente fenómeno de las Tanxugueiras, que estuvieron a punto de representar a España en el Festival de Eurovisión. "Mola mucho que haya una generación de gente joven con referentes folclóricos. Por fin ocupa el folclore espacios de ocio y diversión", decía a Thais Villas en una reciente entrevista. ¿Por qué el folclore está regresando a la vida y cultura? Rodrigo Cuevas lo tiene claro: "La gente se está dando cuenta de lo divertido que es".

La primera incursión de Rodrigo Cuevas en el mundo de la música fue de la mano de su compañera Lúa Gándara, alias Jimena Fernández, junto a la cual (y él bajo el seudónimo de Fernando Jiménez) formó el dúo musical La Dolorosa Compañía, un "dúo de verbena psicodélica" en el que, según declaraciones recogidas por el medio asturiano 'Nortes', Cuevas descubrió su amor "por la provocación, por el cabaret más descarado y por repartir feromonas entre el público". Lúa y Rodrigo llegaron a la puerta de La Caja Negra, un mítico local en Oviedo con una cargada agenda cultural, para participar en el 'antroxu' (el carnaval asturiano) de un año dedicado a la España cañí.

"¿Aparecieron por el bar y me preguntaron si podían actuar. '¿Qué tocáis'?, les pregunté. Y me dijeron: 'Un poco de todo, copla, cuplé...'". Y allí empezó la relación del Rodrigo Cuevas más folclórico con La Caja Negra de Oviedo. Pero la historia de Rodrigo Cuevas no se quedó aquí, sino que casi fue donde comenzó. En 2012 Cuevas grabó su primer disco, 'Yo soy la maga', un compendio de canciones tradicionales gallegas revisadas, disparador del que después fue su primer espectáculo en solitario, 'Electrocuplé'. A este disco le siguió otro, cuatro años más tarde, con el tema que le llevó al estrellato: 'El ritmu de Verdiciu', del disco 'Prince of Verdicio', fusionaba la canción tradicional asturiana con el ritmo de Mystic, un grupo belga que sonaba en los años noventa en todas las discotecas de España.

 

Un año más tarde, en 2017, dedicó un EP a Tino Casal, figura clave de la movida madrileña y considerado uno de los primeros 'modernos' de España. 'Embrujada/Pánico en el edén' fue el acercamiento de un asturiano transgresor a otro asturiano transgresor, con el que se acercó "al 'glam' desde lo rural" y quiso versionar "dos de sus más brillantes composiciones".

Dos años más tarde fue el turno de 'Manual de Cortejo', "un disco lento, hecho sin prisas, para escuchar sin prisas, para vivir sin prisas". En colaboración con Raül Refree, Cuevas hace un "recorrido por los ritmos y las melodías asturianas", aderezadas con otros géneros musicales. 'Manual de Cortejo' (2019) mezcla 'xiringüelo', 'muiñeiras' y 'habaneras'; une "textos que hablan del pasado, del futuro, de lo importante y de lo prescindible" y recoge testimonios de mujeres.

Rodrigo Cuevas y 'La Tarabica', figura clave en Asturias

En este disco, Cuevas reconoce la "fuerte inspiración" en 'La Tarabica', "personaje de Cimavilla (Gijón), cuya historia, al ser contada, narra la historia de Cimavilla a lo largo de todo el siglo XX y la universaliza". 'La Tarabica', una mujer de nombre real Fredesvinda Sánchez González, era familia de pescaderas y pescadores, era coqueta y fue memoria viva de Cimavilla hasta sus 85 años, cuando falleció (en 2013). Junto a 'La Tarabica', Rodrigo Cuevas también dedica parte de su arte a otra de las grandes figuras del barrio gigonés de Cimavilla, Alberto Alonso Blanco, alias 'Rambalín', amigo personal de 'La Tarabica'.

'Rambalín' fue uno de los pocos homosexuales "declarados" del Gijón de la época de Franco. Nacido a finales de los años veinte, por las noches se travestía para cantar coplas en un barrio en el que, según relataba a 'elDiario.es' la historiadora Pilar Sánchez Vicente, autora de 'Mujeres errantes', "estaba permitido lo que no estaba permitido en ninguna otra parte". La canción que Rodrigo Cuevas dedica a 'Rambal' cuenta, además, con audios de la propia 'Tarabica'.

Su último disco, 'Manual de Romería'

'Manual de Romería' es su último disco, que previsiblemente verá la luz en junio, pero del que ya se conoce su principal 'single'. De la mano de Mercedes Cabra, más conocida por su nombre artístico iLe, Rodrigo Cuevas dio a conocer recientemente 'Más animal', grabado en Puerto Rico en el que vuelve, de manera más salvaje, a unir eso "antiguo y moderno" que forma parte de su reivindicación. Le acompaña iLe, quien fue la voz femenina del ya desaparecido grupo Calle 13, compartiendo escenario con su medio hermano, René Pérez Joglar, más conocido como Residente.

La tradición es una vía de expresión común a todos los seres humanos

Rodrigo Cuevas

Su trayectoria le ha llevado a coronarse durante los últimos años como grande de la tradición y diva del folclore español. Ha recibido numerosos premios —el Camaretá por su 'Rambalín', los galardones a artista revelación y mejor álbum de fusión y músicas del mundo de los Premios MIN en 2020, el Premio Ojo Crítico de RNE a las músicas modernas en 2021 y el Premio Arcoíris del Ministerio de Igualdad en 2022—, ha colaborado con muchos otros artistas y ha podido llevar su tradición moderna a diferentes partes del mundo, desde las próximas Francia o Portugal a los más alejados Emiratos Árabes Unidos o Estados Unidos.

Rodrigo Cuevas, patrón de los pueblos

De sus experiencias en Galicia y Asturias nació su amor por el pueblo, hasta el punto de que en la actualidad reside en una pequeña aldea de Asturias que a día de hoy cuenta con 15 habitantes. Una de las cosas que le ha facilitado vivir en la España vaciada es, por supuesto, el desarrollo desde su carrera musical. Cuevas considerala ciudad un lugar "arisco" y "caro"y en el que "tienes que sobrevivir a tantas cosas": "Nunca hubiera podido desarrollar mi carrera porque estaría preocupado de pagar el alquiler", explica en una entrevista en El Intermedio.

Precisamente sobre la España vaciada hablaba también en otra entrevista con 'Ethic', en la que aseguraba que la solución a este problema "es bastante difícil" y, probablemente, "no estamos preparados" para esa solución. "Hay una historia de la que no se habla mucho pero que habrá que poner encima de la mesa en algún momento: no necesitamos tener más niños, ni potenciar la natalidad. En este mundo empezamos a estar al límite en cuanto a número de seres humanos. La solución está en la inmigración, pero no estamos preparados para ella", señalaba.

Rodrigo Cuevas se presenta a sí mismo como agitador folclórico, 'sex symbol' de la zarzuela y el cabaret, adalid de la copla, punta de lanza del electrocuplé y artista total, con gran amor por "la canción tradicional" y su mezcla con otros géneros, la conversación de la música electrónica con el humor, la sensualidad y la crítica social. Rodrigo Cuevas es multifacético, multisonoro y multisensorial. Rodrigo Cuevas es, en palabras de Jordi Évole, "nuestro Freddie Mercury, nuestra Gloria Fuertes, nuestro Dylan y Mocedades". "Es una estrella y tenemos suerte de que exista".