Quedaba poco ya de la furia que le hizo famoso y que tras la primera muerte disparó su caché. Con la segunda, le convirtió en el toro más solicitado de España.
Los ayuntamientos reforzaban la seguridad mientras se lo rifaban para sus fiestas y dicen que se ha pagado hasta 15.000 euros para que sus astas hicieran temblar a los aficionados a los toros.
El morbo hacía que las entradas se agotasen allá por donde Ratón pisaba, con lo que es normal que su dueño se planteara clonarlo. Quienes sobrevivieron a él ya tenían algo que contar en el futuro.