Milena Quallini es una de las asesinas en serie más sanguinarias de la historia reciente de Italia. Mató al menos a tres maltratadores, violadores y pederastas. Ahora el libro 'Milena Quallini, asesina de hombres violentos' recupera su historia, pero tal como ella la hubiese contado si estuviese viva y no como la han contado y pintado a lo largo de su historia: no por arrepentimiento, sino por los traumas que sus víctimas -o verdugos- le habían creado.

Su segundo marido, Mario Foji, fue la víctima más famosa de esta italiana nacida en Mezzanino, una ciudad al norte de Pavía, en 1957. Los insultos, las vejaciones, las violaciones y las palizas eran constantes hasta que una noche, Qualini, harta de todo decidió darle un escarmiento, pero se le fue de las manos: lo había matado. Ella misma después, llamó a la policía.

Fue condenada por ello a 14 años en régimen abierto, sin embargo, su abogada, consiguió demostrar que había actuado en defensa propia: esto es, o era él o era ella. Por este hecho, los medios la bautizaron como "la viuda negra de Pavia".

Dos "hombres malos" más en su historial

Sin embargo, antes de Fogli hubo otro asesinato: un hombre de 80 años al que cuidaba llamado Giusto Dalla Pozza. Un día el anciano también intentó violarla pero ella se defendió: le estampó una lampara en la cabeza y lo mató, pero consiguió convencer a los carabinieri de que había sido víctima de un robo.

Después del asesinato de Foji, Quallini se encontraba sola, era adicta al alcohol, arrastraba traumas por los malos tratos machistas que había recibido a la largo de su historia y deambulaba por el norte de Italia hasta que un día, leyó un anuncio en un periódico: "50 años. Dinámico, divorciado, esbelto, casa propia. Busco pareja sociable, máximo cincuenta años. Para amistad, convivencia... y lo que surja".

Lo que surgió es que ese señor, Angelo Porrello, condenado por pederastia por abusar de sus tres hijas, también la violó y cuando terminó, le ofreció un café que edulcoró con un somnífero con el que lo asesinó. De nuevo, Quallini volvió a la cárcel, ya que tres asesinatos eran demasiados a pesar de que sus víctimas fueran violadores, pedófilos y maltratadores. Se suicidó en la cárcel de Vigevan, la provincia de Pavía, a comienzos de este siglo, en el año 2001.