Del éxito al ostracismo sólo hay un paso. Basta una firma en un contrato de dudosa legalidad o una imagen socialmente reprobable para dejar tu imagen por los suelos. A Fernando Serrano (Mario Tardón), el abrazable protagonista de 'El Partido', le ha ocurrido algo similar. Destinado a liderar la regeneración del PDE y llevarlo a sus cotas más altas de poder, se golpea de frente con la trama Urbanset.

Él no quería, pero digamos que todo le viene dado. Su figura -la de Fernando- encaja de maravilla en la definición de pelele: vendehumos y sumiso a partes iguales. El líder perfecto para cualquier formación que busque una hoja de servicios en blanco. Intachable para el pueblo llano. Pero los sapos no tardan en salir a flote si de política se trata.

Todo iba como la seda para el candidato Serrano hasta que se dio de bruces con esa palabra que tanto esquivan nuestros políticos: CORRUPCIÓN. Fernando también quiso evitarla al frente del PDE pero le vino impuesta. No hubo opción. Era corrupción o corrupción. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo. De candidato a presidente del Gobierno a concejal de Urbanismo en un pequeño pueblo "donde no moleste". Su objetivo no es otro que el de separar su nombre de esa primera palabra maldita ("corrupción", me refiero).

Pero hay otra de esas palabras que tampoco gusta escuchar cuando de política se habla: EXTORSIÓN. Es ese término que obliga a todo político que se precie a hacer algo por su pueblo cueste lo que cueste (obviamente, aquí estamos siendo todo lo bienpensados que podemos). Imaginemos el diálogo político-pueblo. Así, muy simplista, sería algo como:

- Político: "¿Qué queréis?"

- Pueblo: "Dame pan y dime tonto"

Dicho y hecho. ¿Que Juego de Tronos se graba en el pueblo de al lado? Pues el nuestro no puede ser menos. Y para eso, nada mejor que esa segunda palabra maldita. No nos gusta pero despierta un "efecto conseguidor" irresistible. El candidato Serrano -y su individual equipo de asesores encarnado en Domingo (Manuel Burque)- también se convierte en todo un experto de la extorsión.

Por la "m" encontramos otra palabra fea: MANIPULACIÓN. Vamos a encajar aquí la teoría de los medios como cuarto poder y la importancia de la buena prensa. Fernando Serrano también la necesita. Necesita recuperar el favor de los medios. Que vuelvan a él las cámaras, los focos y las entrevistas alejadas de la corrupción, la extorsión... Esos términos de los que intenta separarse a través de la tan mal vista manipulación. Está claro, el diccionario de la nueva política se retroalimenta.

Y lo hace con palabras capaces de convivir en la misma frase. Otra de esas que no nos gusta -en según qué contexto, claro- es COMPETICIÓN. El equipo de Fernando Serrano lo tiene claro: la política implica liderazgo. Extrapolándolo a la vida real, también lo vemos día a día. El carisma es una de esas cualidades que no se pagan con dinero. Es lo que marca las diferencias entre candidatos cuando la política se baja al barro. Digamos que todo vale; y el más competitivo es quien se lleva el gato al agua.

Y qué me dicen de eso de EMPRENDER. En política es clave. Emprender también es tener el arrojo suficiente como para saber llevar a la práctica lo que tu pueblo precisa en cada momento. Es uno de esos términos que esconden "atajos" -o "trampas", como lo llaman en mi casa-. Emprender es sacrificado y ciertamente arriesgado, pero el riesgo en política no es buen consejero y siempre es aconsejable caminar sobre seguro. Fernando emprende, sí; pero no se imagina que el precio que tendrá que pagar para cumplir con otro de los conceptos básicos de la política.

Nada más... Bueno sí: tengan muy en cuenta el nuevo diccionario de la política para empezar a entender muchas de las cosas que ocurren a su alrededor. Y apunten el nombre de una ficción como la vida misma: 'El Partido', en Flooxer.