Vivirlo en directo fue inolvidable. "Para mí es uno de los recuerdos indelebles y más mágicos y más fascinantes de mi vida", comenta Rosa Montero.

El actor Antonio Deschent lo recuerda como un momento muy familiar: "Los seis hermanos y mi padre y mi madre todos expectantes en el sofá como 'Los Simpsons'. Todo el mundo así".

Por eso, 50 años después, es imposible no acordarse del lugar, del momento, de la anécdota. "Estábamos jugando al mus y nos quedamos hasta las cuatro de la mañana hora española cuando llegaron a la Luna", cuenta Almeida. "Me bajé a un bar que ya me había informado el día interior que iba a estar abierto para verlo", explica Montero.

A algunos aquel viaje de 384.000 kilómetros les pilló de excursión, como a Juan Carlos Girauta: "Nos bajaron en pijama al hall del hotel y vimos las escenas aquellas. Recuerdo que había algunos turistas americanos que estaban llorando de emoción".

Lágrimas por un hito en la historia de la humanidad que costaba creer. "Por la noche salí a mirar la Luna y a ver si realmente aquello me lo creía", recuerda Joan Baldoví. Deschent, vivió una situación similar: "Mirábamos la Luna, mirábamos la televisión. Mirábamos la Luna, mirábamos la televisión".

Era imposible no querer repetir la hazaña "¿Tú qué quieres ser? Astronauta. Era una fiebre en aquel momento", reconoce Girauta.

Estaba de moda. Fue un momento para aprender. "Recuerdo que fue la primer vez que me enteré que los cambios horarios existían, fue cuando vimos aterrizar la cápsula que cayó en el Pacífico. Y dijo mi madre 'mira eso es el día siguiente'. Dije: '¿Qué dice mi madre?'", cuenta Pablo Carbonell.

Enseñanzas que, como estas imágenes, medio siglo después, son imposibles de olvidar.