Liderados por un mártir ateo y arrastrados por el huracán de 'Smells Like Teen Spirit', tal vez la canción más importante e influyente del rock de los años 90, Nirvana voló muy alto con 'Nevermind', que cumple 25 años. Pero su éxito también encaminó a su cantante Kurt Cobain a un laberinto de autodestrucción del que no saldría con vida.

El origen del grupo se sitúa en 1987, cuando se unen en Aberdeen, una ciudad a unos 180 kilómetros de Seattle, el bajista Krist Novoselic y el vocalista y guitarrista Kurt Cobain, cuya infancia en una conflictiva familia se traduciría en una personalidad frágil y con serios problemas.

En su disco de debut, el crudo y áspero 'Bleach', de 1989, todavía no contaban con el batería Dave Grohl, que cerraría la formación clásica de Nirvana y que, tras el fin de la banda, enfocó hábilmente su carrera con Foo Fighters.

'Nevermind' llegó en un momento inmejorable. En los ochenta había arrasado el pop de sintetizadores; Guns N' Roses estaba demasiado ocupado entre peleas y polémicas; y el heavy-metal, pese al fabuloso éxito de Metallica con 'Black Album', perdía impulso y se enrocaba poco a poco en su propio público.

Entre los jóvenes había hambre de rock y, sobre todo, de autenticidad, de música genuina que les hablara a las entrañas. Inadaptación, problemas de autoestima, soledad, incomprensión, apatía y nihilismo. 'Nevermind' apelaba con cólera a todo eso para conectar con la frustración de una juventud acosada y perdida que describió Michael Azerrad en la biografía 'Come As You Are: The Story of Nirvana'.

Pero, al margen de cualquier explicación, Nirvana triunfó gracias a unas canciones incontestables. 'Nevermind', que vendería millones de copias y en 1992 lograría desbancar del número uno a 'Dangerous' de Michael Jackson, convirtió a Nirvana en estrellas mundiales y, casi sin querer, en referentes de moda con sus pintas desaliñadas, camisas de leñadores y vaqueros rotos.

Trágicamente, la inestable y quebrada mente de Cobain no estaba preparada para aquel fenómeno de masas. Nirvana grabó los discos 'In Utero' y 'MTV Unplugged in New York', pero los demonios del cantante, sus frecuentes desequilibrios y su adicción a la heroína ganaron finalmente la partida: la gran figura del 'grunge' se suicidó el 5 de abril de 1994.