La Agencia Estatal de Seguridad Aérea ya trabaja en una nueva normativa para controlar más el uso de drones. Quieren evitar problemas como el de hace unos días en el aeropuerto de Loiu, Bizkaia, cuando un avión tuvo que esquivar a tres drones para aterrizar. De momento ya tramitan 35 expedientes sancionadores por vuelos irregulares, que suman más de 240.000 euros en multas.

Un dron sobrevuela la playa de Valencia hasta que en cuestión de segundos pierde el control y a punto está de estrellarse en la cabeza de un turista. Una acción que supone una sanción: sobrevolar aglomeraciones de gente al aire libre es ilegal en la actual normativa. "Hay mucho descerebrado, que eso es una cuchilla girando a 2.000 vueltas, entonces eso corta. Si te cae encima de la cabeza te hace mucho daño", explica el director de Sistemas de Control Remoto, Alfredo Martínez.

Por eso, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea ha creado una nueva legislación para profesionalizar el uso de drones. Con ella, se podrá sobrevolar ciudades, pilotar de noche y hasta realizar vuelos con aglomeración de personas al aire libre. Pero, si quieren hacerlo, ahora deberán presentar antes un estudio de seguridad y una autorización de la AESA. "La Agencia, indudablemente, sancionará a quien utilice el dron de manera peligrosa", asegura Isabel Maestre, directora de la AESA.

La idea es erradicar el mal uso de estos aparatos. Porque muchos son los que incumplen los tres principios básicos que también se mantendrán con el actual borrador: volar, como mínimo, a ocho kilómetros de distancia de un aeropuerto, hacerlo a 120 metros de altura y a una distancia máxima de 500 metros. La AESA acumula ya 35 sanciones por incumplirlo.

"Los que volamos según la normativa estamos bastante controlados. Tenemos que decir cuándo volamos, cómo volamos. El problema es la parte del ocio que no está controlada y que vuelan en cualquier sitio cuando no se puede volar en cualquier sitio", señala el director técnico de Inda, Pascual García. Enrique Iglesias sufrió el ataque de un dron que filmaba uno de sus conciertos. Un esquiador tuvo más suerte y evitó una tragedia por unas milésimas de segundo. Son sólo algunos de los peligros que supone la moda por este tipo de aeronaves.