Kuns y Coca son dos perros que estaban entrenados para detectar drogas y explosivos pero ahora han pasado a colaborar con la medicina.

Su desarrollado olfato es la clave. Acaban de detectar qué compartimento contiene la gasa impregnada con el olor corporal de un paciente con narcolepsia, un trastorno del sueño. Un olor, especial, que permitió al Doctor Domínguez, de la clínica Ruber y su equipo iniciar la investigación.

“Los narcolépticos tienen la suerte de tener, como todos, un olor corporal pero con un matiz especial que les caracteriza”, afirma.

El doctor presentó una propuesta de colaboración a la Guardia Civil y le dieron el visto bueno. Dos años y medio después y 250 muestras analizadas han demostrado que los perros ayudan a una detección precoz de la enfermedad.

Aunque los comienzos no fueron fáciles. “Fueron muy difíciles por el hecho de que no sabíamos lo que los perros tenían que encontrar”, señala el cabo de la Guardia Civil, Jonathan Vilarino.

El reto, permitirá mejorar la calidad de vida de estos enfermos y también abre, dicen los investigadores, nuevas vías para identificar más enfermedades neurológicas en un futuro.