Basándose en cálculos básicos de física y química, los investigadores mostraron que el subsuelo marciano antiguo probablemente tenía suficiente hidrógeno disuelto para alimentar una biosfera subsuperficial global, como sucede en la Tierra.

Desde el descubrimiento, hace décadas, de antiguos canales fluviales y lechos de lagos en Marte, los científicos se han sentido tentados por la posibilidad de que el Planeta Rojo alguna vez haya albergado vida. Pero aunque la evidencia de la actividad acuática pasada es inconfundible, no está claro cuánto fluyó en realidad la historia acuática marciana.

En concreto, el nuevo trabajo --que se publica en 'Earth and Planetary Science Letters'-- muestra que la radiólisis, un proceso a través del cual la radiación rompe las moléculas de agua en sus partes constitutivas de hidrógeno y oxígeno, habría creado una gran cantidad de hidrógeno en el antiguo subsuelo marciano.

Los investigadores estiman que las concentraciones de hidrógeno en la corteza marciana hace unos 4.000 millones de años habrían estado en el rango de concentraciones que sostienen a los abundantes microbios en la Tierra actual.

Para su estudio, los científicos analizaron los datos del espectrómetro de rayos gamma que vuela a bordo de la nave espacial Mars Odyssey de la NASA y mapearon aquellos elementos radiactivos de torio y potasio que abundan en la corteza marciana.

Sobre la base de esas abundancias, podrían inferir la abundancia de un tercer elemento radiactivo: el uranio. La descomposición de esos tres elementos proporciona la radiación que impulsa la descomposición radiolítica del agua.

Debido a que los elementos se descomponen a tasas constantes, los investigadores podían usar las abundancias de la actualidad para calcular las abundancias de hace 4.000 millones de años.

Eso le dio al equipo una idea del flujo de radiación que habría estado activo para impulsar la radiólisis. El siguiente paso fue estimar cuánta agua habría estado disponible para que esa radiación desapareciera.

La evidencia geológica sugiere que habría habido abundante agua subterránea burbujeando en las rocas porosas de la antigua corteza marciana.