El oso cruza la calzada asustado, huyendo de un grupo de curiosos que busca la foto al otro lado de la carretera. Un coche tiene que frenar para no llevárselo por delante.
El oso vuelve a escapar de los humanos también en otro punto del Alto Sil, en León. A un lado del rió excursionistas que lo persiguen, y al otro, el osezno trata de evitar el acoso.
Según el vicepresidente de la Asociación Geotrupes "la cosa se va desmadrando y nadie pone límites. Causar molestias a animales en peligro de extinción es un delito, pero no solo eso, estamos habituando a animales salvajes a presencia humana."
Y de nuevo otra hilera de coches para a buscar osos. Los ecologistas temen que en una de estas persecuciones decidan atacar a las personas. Al fin y al cabo son animales, y simplemente se están comportando como tal.
Ahora se les ve más a causa de la sequía que les obliga a moverse para buscar agua y comida.