La probabilidad de que el laboratorio espacial chino Tiangong-1 alcance España en su reentrada en la atmósfera se ha reducido en más de 100 veces, ha indicado el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI).

El CDTI realiza un seguimiento continuo de la trayectoria de la Tiangong-1, que lidera un consorcio de agencias espaciales de cinco países -Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, además de España- y aportan medios materiales y humanos para la campaña europea de seguimiento de la reentrada, por encargo de la Comisión Europea.

Los datos actualizados del seguimiento están a disposición de las autoridades y protección civil a través del portal del Centro de Satélites de la Unión Europea, ubicado en Torrejón de Ardoz (Madrid).

De acuerdo a los últimos cálculos del CDTI, la hora más probable de entrada de la Tiangong-1 será a las 02.08 horas de la madrugada del domingo al lunes 2 de abril -hora de España-, con un margen de 7 horas y 13 minutos antes y después de esa hora.

El CDTI recalca que, según diferentes estudios, el riesgo de que una persona sufra el impacto de algún fragmento de un objeto espacial que atraviesa la atmósfera de manera descontrolada es cinco millones de veces menor que la probabilidad de que a una persona le caiga un rayo en la cabeza.

El laboratorio Tiangong-1 tiene diez metros de longitud y 8,5 toneladas de peso, fue puesto en órbita el 29 de septiembre de 2011 y estuvo en funcionamiento hasta el 16 de marzo de 2016. La zona donde podría producirse la reentrada del Tiangong-1 es una amplísima franja del planeta que incluye toda África, casi la totalidad de Suramérica, Australia, buena parte de Asia y el sur de Europa (incluyendo España, Italia y Grecia).

La Agencia Espacial Europea (ESA) calcula que el laboratorio entrará en la atmósfera en la tarde de mañana domingo o en la madrugada del lunes, en una ventana centrada alrededor de las 23.25 horas GMT del 1 de abril. Según el Gobierno chino, la posibilidad de que caigan restos del laboratorio espacial a la Tierra es mínima, ya que los expertos confían en que se desintegrará por las altas temperaturas que genera el roce con la atmósfera.