DISEÑO Y CONDUCCIÓN
Cuando el coche era libertad: por qué echamos de menos los 90
La independencia de los modelos que hoy, por edad, se están convirtiendo en clásicos; una era sin necesidad de consensos ni tantos condicionantes

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Hubo épocas en las que a los coches los dejaron ser más que ahora, cuando la tecnología avanza en todo aspecto. Para unos cada vez más complejos sistemas de seguridad –incluyendo las asistencias a la conducción–, para que la inteligencia artificial viaje junto a nosotros como acompañantes, para las suspensiones y la magia de las ruedas independientes, para los materiales y la digitalización toda. Al mismo tiempo, avanza en homenaje a una frase que es casi parte de la condición humana: hecha la ley, hecha la trampa.
Porque a medida que los radares se han multiplicado, los detectores por GPS, que según la Ley 18/2021 no son ilegales en España, pasaron a ser una solución. Todo para compensar algo de la libertad ultrajada. En paralelo con el aumento en la seguridad y el control vial, la conducción se ha empezado a ver más condicionada. Y en la enumeración de condicionantes, los factores son diversos y la era eléctrica es el más trascendental.
Una actualidad signada por las regulaciones de emisiones. Por lo tanto, signada por la electrificación en sus múltiples facetas. Por lo tanto, signada por departamentos de diseño cada vez más limitados por fuerza mayor. Una cadena que deriva en coches faltos de personalidad, de apagados lenguajes y más repetitivos que nunca. Sumemos a los SUV, sin ánimo de apuntar a ellos como absolutos responsables.
Los años 90: Los últimos rayos de luz para los coches
Los coches han perdido, entonces, parte de la libertad que alguna vez nos tuvieron y nos dieron. Los años noventa, una década que lo tenía todo. Por carretera, autopistas y avenidas se avanzaba sin prisa y sin pausa, sin pensar tanto en cuántas cuadras faltaban para reducir la velocidad. Una década en la que solo existían dos palabras cuando de motores se trataba: gasolina y diésel. Una década en la que la tecnología hizo erupción para la buena salud de los coches de forma integral: mecánica, diseño, suspensión, chasis, carrocería. Uno de los últimos rayos de luz.
Una época agraciada para el diseño, una era sin leyes ni necesidad de consensos. Podías toparte con la más revolucionaria, elegante y suave silueta –los japoneses dieron cátedra con obras maestras como el Nissan 300 ZX–, pero también con la que se negaba a pasar página y conservaba la figura angular, como lo era un Audi 80 Avant, un Volvo 850 T-5R familiar y ¡cómo olvidar al Fiat Uno!
Había independencia, un universo de estilos mucho más permisivo y, por lo tanto, irreverencia e incorrección política. De otra manera no hubieran existido modelos que pertenecen a un mismo criterio estético como el Renault Twingo, el Mercedes-Benz Clase A como referente de los monovolumen, propuestas disruptivas que, sobre todo en el caso del compacto francés, se han convertido en coches de culto. ¿Algún otro que recuerdes como símbolo de la libertad al volante?
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