Todo proceso electoral tiene diferentes tipos de votantes. Hay electores que, independientemente de lo que ocurra, tienen su voto definido; hay otros que lo definen en los últimos días de campaña, en función de compromisos, medidas o cualquier otra actuación de los partidos en campaña. Los hay que optan por emitir un voto en blanco o un voto nulo, manifestando su descontento con la clase política, aunque no tanto con el sistema democrático y, por último, los hay que directamente optan por no acudir a las urnas. No hay que olvidar que en España, votar no es obligatorio sino que únicamente es un derecho, que se puede ejercer o no.

Si eres de estos últimos y no vas a votar en las elecciones generales de este 23J, estarás formando parte de ese porcentaje de abstención que hay en todos los comicios. Al no haber voto, no suma y, por lo tanto, no afecta a los resultados. Pese a esto, tanto a los líderes de izquierda como a los de derecha les preocupa que la gente no acuda a las urnas porque entienden que les puede perjudicar. Es por ello que tanto Pedro Sánchez (PSOE), como Yolanda Díaz (Sumar) o Alberto Núñez Feijóo (PP) han llamado a votar "masivamente" este domingo 23 de julio.

En concreto, el presidente del Gobierno ha alertado de que en estos comicios, la abstención "puede llevar al retroceso", pidiendo a los votantes de izquierda que se movilicen para permitir un gobierno del PSOE con Sumar, y, de esta forma, para "avanzar", frente a la propuesta de Feijóo de "derogar".

En este sentido, Sánchez ha pedido a los indecisos que vayan "un día a votar" y tendrán "cuatro años de avances en derechos". El líder del PSOE también se ha dirigido a los jóvenes, a los que ha lanzado un tajante mensaje: "Este 23 de julio lo que nos estamos jugando es el futuro de España y, por tanto, su futuro".

Lo cierto es que los jóvenes de entre 18 y 24 años son el futuro de España. Sin embargo, solo uno de cada dos vota. Desde los comicios generales de 2011, hasta las últimas elecciones de 2019, la participación entre los jóvenes ha caído más de diez puntos, acercándose, preocupantemente, al 50% de abstención. En las últimas elecciones generales, de hecho, se registró la participación más baja de la historia, a nivel general, cuando sólo un 66,23% de la población acudió a ejercer su derecho a sufragio.

¿Por qué la gente no va a votar?

No hay una única razón que explique la abstención. Según el doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Manuel Justel, existen "todo tipo de clasificaciones de las razones para no votar", desde técnicas a sociológicas, pasando por las razones políticas o de alienación. Los principales factores de la abstención han sido, históricamente, los relacionados con la estructura social y las actitudes políticas, aunque también es relevante tener en cuenta la edad o los estudios del electorado, el hábitat, el género, la identificación... pero también cuestiones puramente logísticas.

En el caso de las elecciones generales de este domingo, por ejemplo, que coinciden con el periodo de vacaciones, muchos votantes se han topado con el obstáculo de no encontrarse en su lugar de residencia el día de la cita electoral. En función de diferentes variables —niveles de indiferencia o implicación política, afección o desafección por el sistema electoral o nivel de afiliación ideológica, entre otros—, es el votante el que decide si prefiere movilizarse o dejarlo pasar. Pero una cuestión logística como esta también está prevista y tiene su 'solución': el voto por correo. Tanto es así, que en julio de 2023se ha batido el récord histórico de voto por correo con 2,6 millones de solicitudes.

También hay que tener en cuenta el tipo de elección: en las elecciones generales el votante español acude más a las urnas que cuando se trata de una elección municipal, autonómica o europea, debido a la "importancia simbólica y material de las instituciones que se elige", tal y como explican el profesor de Ciencia Política en la Universidad de Ohio Carles Boix y la profesora de Economía en la Pompeu Fabra Clara Riba en 'Las bases sociales y políticas de la abstención en las elecciones generales españolas', publicado hace más de dos décadas en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas. En definitiva, la respuesta al porqué de la abstención en España no es simple, sino que hay que analizar muchos y diferentes factores.

Cómo ha afectado la abstención en unas generales

En el caso de las elecciones generales, tiene mucho peso en la abstención el hastío político, algo que ya se vio en las últimas elecciones, en noviembre de 2019. Estas fueron los segundos comicios generales que se celebraban en apenas seis meses, después de que con los resultados de las primeras, celebradas en abril, no se consiguiera llegar a un acuerdo para formar gobierno. En este contexto, una consecuencia de gran importancia fue el 'trasvase' de votos de ciudadanos a la abstención: se perdieron más de un millón de electores.

En las de abril, un 71,76% de los votantes fueron a las urnas; en noviembre sólo lo hicieron el 66,23%, más de cinco puntos y medio menos en medio año. Este motivo fue corroborado por el propio barómetro del CIS postelectoral, que señalaba que un 33% de los abstencionistas estaba harto de la política y de las elecciones. Asimismo, un 22% lamentaba que no existiera una alternativa que les satisficiera; a un 15% no le inspiraba confianza ningún partido; al 12% le daba igual votar o no, y el 7,5% se abstuvo para mostrar su descontento general (7,5%).

La evolución de la abstención desde 1979

En lo referente a cómo ha afectado la abstención en las elecciones generales desde las celebradas en 1979, lo cierto es que aquellas en las que ha habido un porcentaje mayor de personas que no han acudido a las urnas —cerca del 30%—, ha beneficiado prácticamente a partes iguales a PP y PSOE. Fue en las elecciones de junio de 1986 cuando el PSOE logró revalidar la mayoría absoluta con un 29% de abstención, un porcentaje que se repitió en las de octubre de 1989, en las que también resultó vencedor el Partido Socialista Obrero Español con Felipe González.

En marzo de 2000, fue el PP el que consiguió la mayoría absoluta con un 30% de abstención, y en noviembre de 2011, el vencedor de las elecciones fue el PP, liderado entonces por Mariano Rajoy, que obtuvo una mayoría absoluta con 186 escaños. En ese año, hubo un 28,3% de personas que no acudieron a votar. El PP volvió a ganar en diciembre de 2015 con un 26,8% de abstención y en junio de 2016 con un 30%.

Precisamente, las elecciones con mayor porcentaje de abstención fueron las últimas, las de noviembre de 2019, en las que el 33,7% de las personas llamadas a votar eligieron quedarse en casa.

Cabe destacar, no obstante, que la baja abstención ha favorecido más al PSOE que al PP. Y es que en los años en los que el porcentaje ha sido menor, ganó la izquierda. Solo en marzo de 1996, y con una abstención del 22%, el PSOE perdió las elecciones después de casi 14 años en favor del PP, con Aznar como líder. Estas fueron las elecciones más reñidas del período democrático en España.

Sin embargo, en el resto de elecciones con una abstención inferior al 25%, todas las ganó el PSOE. Lo hizo en octubre de 1982 (20% de abstención y amplia mayoría absoluta de Felipe González); en junio de 1993 (23%); en marzo de 2004 (22,7%); marzo de 2008 (24,6%); y abril de 2019 (24,25%). De estos datos, se puede extraer que la baja abstención ha favorecido hasta ahora a la izquierda.

Pese a ello, el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha llamado a votar "masivamente" y de forma "muy clara" porque, según ha dicho, "cuanto más claro, determinante y contundente" sea el voto, "las urnas se impondrán a cualquier tipo de consideración posterior".

Por su parte, Yolanda Díaz, ha instado a la movilización para "frenar" al candidato del PP, que, ha señalado, representa la política de "recortes", tiene "amistades peligrosas", y cuestiona el voto por correo cuando su partido es experto en "manipulación del sufragio, como conocen en Galicia".

Así, la líder de Sumar ha reclamado a los progresistas salir de forma masiva a votar en las elecciones del 23J por "dignidad", para avanzar en derechos y desmontar el relato que lanza la derecha de que ya han ganado la batalla electoral, pues si se asume, es cuando están derrotados.