Cataluña afronta este domingo unas elecciones decisivas tras las que todos los pronósticos dibujan un incierto escenario de pactos postelectorales y una endiablada aritmética parlamentaria. Unos comicios en los que el candidato socialista, Salvador Illa, parte como favorito según las encuestas, aunque todo apunta a que lo tendrá difícil para llegar a acuerdos. En el resultado que arrojen las urnas este 12M, y las diferentes combinaciones para conformar el nuevo Govern, jugará en cualquier caso un papel clave la participación.
Un aspecto importantísimo en cualquier cita electoral que, sin embargo, será difícilmente será comparable con el dato de las anteriores elecciones catalanas, celebradas en febrero de 2021, en plena pandemia y entre estrictas medidas de seguridad frente al Covid-19. Un contexto de temor al contagio que tuvo un impacto innegable en las cifras de participación, que se desplomó y, de hecho, fue la más baja de la historia, con un 51,3%.
Entonces, la fuerza más votada fue el PSC, aunque no pudo gobernar, tras empatar en escaños con Esquerra Republicana, que sí logró pactar con Junts para formar un Govern presidido por el ahora candidato a la reelección, Pere Aragonès.
Precisamente, el dato de participación más elevado se había registrado en la convocatoria electoral anterior, en diciembre 2017, unos comicios convocados de forma anticipada y extraordinaria tras la activación del artículo 155 de la Constitución por parte del Gobierno de Mariano Rajoy, en un momento con la tensión del procés en su máximo apogeo y tras la celebración del referéndum del 1 de octubre ese mismo año.
En aquella ocasión, la fuerza más votada fue Ciudadanos, que hoy apenas tiene seis escaños en el Parlament —que, según las encuestas, no logrará retener—, pero tampoco logró gobernar: de aquella cita con las urnas salió también un Govern de coalición Junts-ERC, presidido en este caso por Junts, con Quim Torra al frente.
De la subida de la participación al absoluto desplome
La participación en unas elecciones autonómicas como las catalanas depende siempre de muchísimos factores. Muchos estudios apuntan, por ejemplo, a que la mejora económica de una región o país está inversamente relacionada con la participación; es decir, cuando la renta per cápita disminuye, los ciudadanos tienen a participar más activamente en los procesos electorales. En el caso catalán, no obstante, ocurre lo contrario: según un breve estudio de Luis H. Bailón García, licenciado en Humanidades por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) especializado en estudios sociales y culturales, en Cataluña hay una "mayor abstención electoral" cuando la situación laboral es peor.
"El efecto general que produce la evolución de un proceso económico recesivo sobre los índices de abstención no es proporcional, pero sí corresponde a una correlación inversa", es decir, a mejor economía, más participación. Eso sí, en su estudio sostiene que este efecto se produce de forma "mucho más acusada" en poblaciones de más de 40.000 habitantes, "pero no en las grandes poblaciones".
Si acudimos a los registros de la Generalitat, podemos comprobar que históricamente la participación en las elecciones al Parlament se ha movido entre el 50% y el 80% en Cataluña. Lo cierto es que ha ido oscilando de manera relativamente estable hasta 2005, momento a partir del cual comenzó a subir exponencialmente la implicación del electorado catalán en los comicios autonómicos.
El momento álgido en lo que a participación electoral en unas autonómicas se refiere llegó en 2017, en un momento considerablemente convulso en la región. Los comicios del 21D fueron decisión no del president, sino del presidente del Gobierno, por aquel entonces Mariano Rajoy. Después de la celebración de la consulta del 1-O sobre la independencia catalana, el Ejecutivo central acudió por primera vez al artículo 155 de la Constitución para asumir las competencias autonómicas, destituyó al entonces líder del Govern, Carles Puigdemont, y convocó elecciones muy adelantadas, dos años antes de finalizar legislatura.
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En aquellas elecciones, la participación rozó el 80%, el mayor dato de implicación del electorado catalán en la historia, y la victoria fue para Ciutadans, liderados por Inés Arrimadas que, pese a ser la candidata más votada, no logró formar gobierno. Tras el 21D de 2017, Quim Torra (Junts) se convirtió en presidente de la Generalitat, gracias a un pacto de coalición con ERC.
Sin embargo, cuatro años después, la contrapartida de 2017: en 2021, la participación electoral se desplomó, alcanzando el récord por debajo. Casi un 49% de la población catalana prefirió no acudir a las urnas. En esta ocasión, la explicación fue menos política y más sanitaria: las elecciones se celebraron en febrero de 2021, cuando España aún estaba inmersa en una dura pandemia y en medio de estrictas medidas para evitar la propagación del virus.
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