Aunque en los últimos estudios del Ministerio de Sanidad parece que la tendencia del sobrepeso y la obesidad en niños se ha estancado (y si ha decrecido, es en cifras ridículas como para alegrarnos), esto sigue siendo un problema en España. No hace mucho tiempo "presumíamos" de tener los niños con más kilos de Europa y los segundos del mundo solo por detrás de Estados Unidos.
Los expertos en nutrición infantil y pediatras no se cansan de repetir aquello de "un niño obeso es un adulto obeso". Y no solo eso, si no que desde pequeños con esos kilos de más, estamos abocándoles a enfermedades en su edad adulta que, para cuando queramos ponerle remedio, ya puede que sea demasiado tarde.
La falacia del niño gordito
Pero ¿qué abuelo/a o madre/padre no quiere tener un bebé rollizo? Parece que nos sigue pesando aún la España de la postguerra y el hambre, donde un exceso de peso en un niño de corta edad es símbolo de salud. Y, como acabo de decir, es todo lo contrario. Son muchos los estudios y publicaciones que hablan de la importancia de la alimentación en los 1.000 primeros días de vida. Días en los que lo que come juega un factor importantísimo en su crecimiento y desarrollo y a la predisposición en la salud adulta.
Y no solo eso. En uno de los últimos congresos en el que he podido participar como ponente (el congreso de la FESNAD – Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética-), incluso se llegó a hablar de cómo influye la alimentación de la madre durante el embarazo en la futura salud del niño (y posterior adulto), incluso hasta de cómo influye en sus gustos y hábitos alimentarios posteriores.
Esto choca frontalmente con todos los mitos y costumbres que han rodeado y rodean la nutrición de los niños y adolescentes. Vivimos en un país en donde "no hay que dejar nada en el plato" mientras damos de merendar dulces y repostería de forma frecuente. Donde hemos luchado con el "biberón pirata" en los hospitales (ese familiar que, con buena intención y con la idea -errónea- de que no le está alimentando la lactancia de la madre, le "enchufaba" un biberón al recién nacido para que crezca más y mejor), o incluso, con la idea de que cuanto antes coman alimentos mejor, desplazando la lactancia. Todo un despropósito.
Alimentos infantiles
Cuando hablo de alimentación infantil no me refiero específicamente a los preparados tipo papillas y leches de fórmula (que podría). Hoy nos centramos en los alimentos especialmente diseñados para la infancia. Estos que nos venden como pensados por y para ellos y sus necesidades y que pueden abarcar desde galletas a quesos o zumos. Alimentos que prometen que vamos a dar a nuestros menores nutrientes y salud, y que, además, los pequeños de la casa van a devorar porque (a pesar de todo) les encantan.
Pues parece que, sin dudar de la intención, el resultado se prevé en la dirección opuesta. Según un estudio de la Universidad Miguel Hernández de Alicante donde se han analizado más de 3.000 alimentos, el 97% de los que estaban dirigidos a niños no eran saludables. Según los autores, de esos 3.000, casi un 20% eran este tipo de alimentos y casi todos no saludables, para que nos entendamos.
En su comunicado destacan que los alimentos con marketing que se dirige a los menores o a adolescentes tienen peor calidad nutricional que el resto. Es decir, son más ricos en calorías, grasas, azúcares o sal, por ejemplo. Mientras que proteínas y fibra brillaban por su ausencia según lo que se recomienda consumir en estas edades.
¿Somos España un caso especial? ¿Queremos "menos" a nuestros niños? Parece que no. Los resultados de este estudio estarían en línea con otros que se han publicado en países como Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Brasil, Uruguay o Eslovenia.
¿Qué tienen los alimentos para niños?
Viendo los resultados del estudio la cosa pinta regular. De estos 97% de alimentos no saludables según el Modelo de Perfil Nutricional de la Organización Panamericana de la Salud, el 62% eran altos en grasa, el 86% altos en azúcares libres, el 45% en grasa saturada y también el 45% ricos en sal o sodio.
¿Qué quiere decir esto? Que es necesario intervenir. En palabras de los autores del estudio, son necesarias medidas que se comprometan y garanticen un nivel mucho más alto de protección de la población infantil frente a la venta de productos no saludables y que no van a favorecer que luchemos contra la epidemia de sobrepeso que tenemos en nuestro país, como vimos en los resultados del estudio ALADINO 2019 que hace poco más de un mes nos enseñó el Ministerio de Sanidad.
¿Es el fin de la publicidad? No. Los mismos autores señalan que muy pocos alimentos saludables se promocionaban entre los niños y los adolescentes. ¿De qué alimentos hablamos? De algunos como las legumbres, los frutos secos, el pescado o el marisco.
La regulación de la comida de los niños
No caigamos en pesar que esto es la casa de Bernarda Alba. Que legislación, como las meigas, haberla, 'haila'. De hecho, en 2005 se creó el Código PAOS en nuestro país con la intención de la autorregulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a los menores. ¿Cuál es el problema? Que este código es voluntario y la adhesión de las empresas quedaba a su juicio.
Después de 15 años hemos visto que la medida no es suficiente. Parece que sin sanciones y obligatoriedad no se llega a ningún lado. Además, hay estudios incluso que señalan a empresas con incumplimiento del código, las cuales se habían adherido voluntariamente a él.
Este año parece que algo se va a avanzar. Vista la necesidad de implementar un sistema de regulación de la publicidad de estos alimentos para menores, el ministerio de Consumo español ha propuesta permitir la publicidad para niños solo en aquellos alimentos considerados como saludables. ¿Cómo medirán esto? Según las declaraciones de la institución, con el NutriScore y solo para alimentos que sean clasificados como A o como B.
¿Es efectivo y suficiente el NutriScore para evaluar los alimentos individualmente sin que haya coladeros? Este tema da para uno (y varios) post aparte.