El martes 1 de diciembre inauguraron el 'Hospital' Isabel Zendal entre pompa y boato. El miércoles 3 de diciembre continuaban las obras de unas instalaciones que tenían que estar entregadas el 31 de octubre. Los obreros trabajaban con el trasiego normal de una obra a pleno rendimiento, los camiones entraban cargados de material, las vallas impedían el acceso a todo aquel ajeno a la obra y el único módulo inaugurado estaba protegido solo por un guarda de seguridad empeñado en que los periodistas y curiosos que creían que inaugurar equivalía a abrir no pisaran la acera de acceso al edificio. Una cáscara vacía carísima a medio construir en un descampado con obras y ningún enfermo. Un hito de la propaganda moderna.

El plató de televisión de Isabel Díaz Ayuso se encuentra en lo que iban a ser los terrenos de la Ciudad de la Justicia, el macroproyecto de Esperanza Aguirre que costó a la ciudadanía madrileña 105 millones de euros, que jamás se construyó y que está siendo investigado en la Audiencia Nacional. Un hospital innecesario mientras la atención primaria continúa devastada en unos terrenos manchados por la corrupción con instalaciones que el PP ya utilizó como elemento de financiación. Porque las infraestructuras sanitarias ya fueron usadas por el PP de Madrid en el pasado como artefacto para lograr mordidas con las que financiarse. Un 1% de los contratos de los hospitales y centros sanitarios eran utilizados por el PP para financiarse. Conocemos el modus operandi, por eso sospechamos sobre la rápida construcción de un Hospital para pacientes sanos.

Durante la tournée propagandística de Isabel Díaz Ayuso pagada con dinero público con José Luis Martínez Almeida y Pablo Casado en calidad de sujeto a publicitar pudimos descubrir elementos del Hospital que lo convierten en almacén para poder repartir bocatas de calamares cuando esté cerrado. La ínclita Ayuso, en su intento por parecer que se entera de algo, charlaba de manera amigable con sus compañeros de partido sobre la importancia del histórico Hospital Isabel Zendal. "Puede servir también para accidentes aéreos", dijo nuestra presidenta. Entonces Pablo Casado, intrigado por la afirmación, hizo una pregunta que solo puede formular alguien que sabe que lo que está inaugurando es un decorado: "¿Pero tiene quirófanos?". Lo primero que hice es reírme al escuchar la pregunta del de los máster de Harvard en Aravaca. ¡Cómo preguntas eso, hombre de dios! ¡Cómo no va a tener quirófanos un hospital!

Se hizo el silencio, Isabel Díaz Ayuso se encogió de hombros buscando respuesta en sus asesores. Esas cosas no se le preguntan a una presidenta, pensaba para sus adentros. Entonces respondió Alejo Miranda de Larra, responsable político de la construcción: "Tiene salas de procedimientos". Pues no, no hay quirófanos. La absurda pregunta de Casado sobre la existencia de quirófanos en un hospital nos hizo conocer que han hecho un hospital sin quirófanos. Sabíamos que no tenía personal sanitario y que pediría voluntarios, pero no que no tenía quirófanos. Un hospital sin personal sanitario ni quirófanos. Hay que repetirlo para que seamos conscientes del delirio.

Después del shock vinieron las preguntas a los responsables sobre la no existencia de quirófanos en un hospital. Tenía que haber una explicación que se nos escapaba para tal esperpento. Ignacio Aguado, siempre resuelto a hacer el ridículo, corría a apagar el fuego diciendo que es un hospital para emergencias que no precisan de intervenciones quirúrgicas y que no tiene quirófanos porque es solo para pacientes COVID. La genialidad de la respuesta es solo posible con gente del porte intelectual del vicepresidente de la Comunidad de Madrid. Un hospital para emergencias que no genera heridos. Insuperable.

La segunda parte es que el Hospital Isabel Zendal es solo para pacientes COVID, que solo precisan UCIs al tratarse de una afección respiratoria, o ese es su argumento. Al preguntar a médicos y personal de enfermería que tratan con pacientes COVID, relatan alguna de las afecciones que pueden tener y que precisan de operaciones quirúrgicas y, por tanto, de quirófanos. La enfermedad a veces deriva en trombosis que tiene que ser tratada con fibronolíticos, cuando ese tratamiento farmacológico no funciona es preciso operar para disolver el coágulo porque puede irse al riñón, o puede derivar en un trombo cerebral o en un infarto. La tos en los pacientes puede además derivar en hemorragias con varices esofágicas, que según los sanitarios también precisa de operación, además de alguna traqueotomía que por la fisionomía del paciente puede precisar quirófanos.

Esas dudas y preguntas sobre cómo se procederá en el Hospital Isabel Zendal sin quirófanos si alguno de los pacientes tiene esas afecciones fueron trasladadas a la Consejería de Sanidad. La respuesta es de tal lucidez que la transcribo a continuación: "Vamos a atender un perfil de COVID en los que no se prevean posibles complicaciones […] si pudieran presentar esas complicaciones que requieran intervenciones estamos a 10 minutos del Hospital de la Paz con el SUMMA". Esa es la cruda realidad, han construido un hospital en el que para hacer lo que se hace en un hospital hay que trasladar a los pacientes a otro hospital.