Netanyahu da una ciudad a los palestinos. El magnánimo líder hebreo anima a irse a vivir a las ruinas de Rafah a los supervivientes que queden en pie después de su estrategia de tierra quemada en la franja. La escoria sionista acompañó su ominosa petición para el pueblo de Gaza con la propuesta del Nobel de la paz para Donald Trump por su apoyo y por facilitar la creación de un resort turístico sobre las fosas comunes de los niños palestinos del mismo modo que los nazis ponían las porquerizas en las sinagogas o los cementerios de los judíos. Porque no solo hay que terminar con la vida, sino también con la memoria de los muertos, la identidad cultural y hacer tabula rasa con la memoria de su legado.
La visita a EEUU del criminal de guerra, Benjamin Netanyahu, vino acompañada de su habitual anuncio funesto y tétrico. En este caso el de la creación de un campo de concentración en Rafah donde alojaría a los palestinos de Gaza que sobrevivieran al exterminio en un campo de concentración fue calificado con el eufemístico nombre de "ciudad humanitaria". Rafah será el Theresiendstadt de los palestinos.
Los israelíes llaman a su nuevo campo de concentración "ciudad humanitaria" del mismo modo que los nazis llamaron a Theresiendstadt o Terezin "ciudad spa" para los judíos. De hecho hicieron hasta un documental para mostrar al mundo lo bondadosos que eran los nazis con los judíos, del mismo modo que las IDF se autodenominan el ejército más moral del mundo. En aquel documental propagandístico sobre Theresiendstadt llamado Der Führer schenkt den juden eine stadt, que significa de manera literal: el Fuhrer regala una ciudad a los judíos, se mostraban las bendiciones del trato dado a los prisioneros. Su ciudad humanitaria, su ciudad spa. En Terezin o en Rafah.
Esa ciudad fue utilizada por los nazis para enseñar a la Cruz Roja del momento que el trata que les dispensaba a los judíos allí concentrados era idílico, con actividades culturales, de ocio, y una serie de servicios que incluían a una panadería que hacía pan del día. El conocimiento del pueblo judío de las estrategias que sufrieron como víctimas por el régimen nazi les ha hecho copiar con su nuevo estado todas las barbaridades que sufrieron como pueblo porque comprobaron con su propio exterminio cuán efectivas fueron.
Israel está usando la propia desgracia de su pueblo en el siglo XX como excusa y justificación para poder masacrar al pueblo palestino y llevar a cabo el genocidio. La culpa europea les está habilitando para usar las mismas prácticas que sufrieron con la impunidad de usar el antisemitismo como escudo protector para acabar con cualquier tipo de disidencia en las democracias occidentales. La persecución en las universidades norteamericanas o la represión de las protestas en Alemania de quienes piden el final de la masacre son una muestra que sirve para evidenciar la manera en la que Israel juega su guerra no solo en territorio palestino, sino en el campo de la opinión pública de todas las democracias que históricamente han sido fieles aliados de Israel.
El nihilismo moral que está azotando occidente justifica cualquier tipo de actuación en palestina ayudado por el poder de la hasbará sionista que riega de millones a los propagandistas en territorio europeo y americano. Todo se acepta, todo se tolera, todo se justifica, ninguna actuación de Israel se pone en el orden ético y jurídico que debiera ocupar aceptando que el poderoso tiene bula para poder llevar a cabo las tropelías más infames. El genocidio también se juega en el debate público de todos los países que apoyan mediante sus gobiernos a Israel, porque solo se podrá parar cuando, de manera interna, a esos gobiernos le sea ese apoyo tan lesivo que solo les interese retirarlo. De todos nosotros depende que el genocidio no les salga tan barato.