El ultra es inmune a la verdad, los hechos y la realidad. La fe y el egoísmo son las piezas angulares de su ideario y por eso no hay nada que pueda hacerles cambiar de opinión. Por eso no hay calor, ni ola, ni crisis climática, y los incendios nada tienen que ver con estas temperaturas y la sequedad del terreno y por eso no había ningún riesgo de que Las Médulas se vieran afectadas por este nuevo tiempo. Pasa lo que siempre ha pasado. Todo es una exageración de la agenda 2030 que surge para aborregar a las masas a través de la doctrina del marxismo cultural.
He de decir que a veces pienso como ellos, sobre todo después de bajar el termostato en toda la casa y mirar por la ventana la ciudad vacía. Entonces, con un café de especialidad en mi mano el privilegio me nubla la empatía y por un momento me cuesta pensar como un ser civilizado para convertirme en el votante medio de VOX. Es entonces cuando asisto espeluznado a la alerta constante que se da sobre la ola de calor, los mapas con colores y el chiringuito de la AEMET. Exageran. Yo no lo siento así. No me está pareciendo demasiado duro. Vale que trabajo en casa y que hace tres años puse el aire acondicionado en toda ella. Pero cuando bajo al perro a primera hora de la mañana y cuando comienza la noche no es para tanto. Hace calor, sí, pero tenía más calor cuando era niño y vivía en casa de mis padres. Cuanto más tiempo pasa mejor paso estas olas de calor y menos entiendo la exageración y la alarma desaforada. Se está divino en casa, quedaos dentro y no salgáis a la calle en las horas centrales. Si hay fuego pues llamad a los bomberos, es lo que se ha hecho siempre. De toda la vida.
Porque sí. Los incendios son también consecuencia de esa batalla cultural que hace asumible por la ciudadanía cualquier decisión que destruya sus intereses hasta carbonizarlos. Los incendios se apagan con el voto porque cuando hay quien vota contra los derechos trans está haciéndolo a favor de que se depaupericen los servicios públicos y favorezca que su pueblo, sus montes y sus casas ardan por los cuatro costados. Las decisiones que el pueblo toma tienen consecuencias muy claras y es hora de que todas las asuman y hagan enmienda a sus propias elecciones.
El Centro para la defensa contra el fuego de Castilla y León tuvo un presupuesto ejecutado de 77 millones de euros. El gasto, como siempre, no es fácil evaluarlo para saber si es mucho, poco o regular. Las hectáreas que Castilla y León tiene de masa forestal son 5,13 millones. El gasto es de 15 euros por hectárea. 15 PUTOS EUROS. El gasto en asesores del gobierno que formó PP-VOX fue de 7 millones de euros al año. Para contextualizarlo un poco más de la manera que mejor entienden los ultras. Los bomberos forestales se externalizan en diferentes empresas haciendo de ellas un batallón de Pancho Villa sin orden ni concierto porque cada empresa mira a la hora de afrontar el incendio cuál es la mejor manera de garantizar sus intereses económicos y no cómo acabar cuanto antes con el fuego. Donde otros vemos un desastre otros ven una oportunidad.
Voy a bajar un poco el aire acondicionado a 24 grados, que parece que está subiendo la temperatura fuera. Sigo escribiendo. No entiendo cómo se puede exagerar tanto con el calor y los incendios si desde aquí ni se huele. Con cada grado que bajo la cabeza piensa más claro, ya empiezo a creer que la culpa del fuego es de los proteccionistas que quieren que haya lobos, de aquellos que controlan las enfermedades del ganado para que no se contamine la carne y de los que impiden que construya un hotelito en un parque natural para evitar el desarrollo. El calor y el fuego no existe cuando tienes privilegios. Puede que así entiendan por qué hay quien todavía niega el cambio climático y pasa las olas de calor como una oportunidad para el descanso, el disfrute y el ocio placentero. Seguirán votando a quien deja arder Las Médulas y Tarifa con la esperanza de poder hacer alguna urbanización decente sobre suelo protegido. Más pasta, que arda España. Y que viva, aunque sea calcinada.