La pandemia ha puesto la salud mental sobre la mesa. Los problemas han aumentado y la demanda en las consultas es cada vez mayor. Pero también es cierto que la psicología se está normalizando: nos atrevemos cada vez más a pedir ayuda y eso de ir a terapia y al psicólogo está dejando poco a poco de ser un estigma o un tabú. Sobre todo, en las nuevas generaciones.

Sin embargo, no hay profesionales para tanta demanda. Faltan (demasiados) psicólogos en el sistema nacional de salud y muchas clínicas privadas tienen largas listas de espera para atender a la creciente demanda de estos últimos años. Mientras, los informes sitúan a España como el país que más ansiolíticos consume. Abonados al diazepam y las consultas de psicología colapsadas: ¿qué hacemos entonces? ¿Cómo podemos abordar esta situación?

Más demanda y listas de espera (en lo público y en lo privado)

"Debemos de decir que los problemas o trastornos mentales ya existían antes de la pandemia, de hecho los psicólogos ya veníamos advirtiendo y recalcando de los grandes problemas de salud mental que había en nuestra sociedad, pero nos costaba mucho que se les diera visibilidad o que hubiera una conciencia clara y real", afirma a laSexta.com Mercedes Bermejo, psicóloga y vocal de la junta directiva del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP).

Ya en la época prepandémica -explica esta experta-, por los ritmos de de vida tan vertiginosos que llevábamos, por la exigencia impuesta en todos los roles que desempeñamos, por la precariedad e inestabilidad laboral que ya existía y que afectaba especialmente a los jóvenes, por el mal uso y abuso que hacíamos de la tecnología, etc., ya estábamos viendo, precisamente, un aumento de casos de adicción a la tecnología, pero también de dificultades en las relaciones familiares y sociales, en la comunicación emocional y en general, mayores niveles de estrés y ansiedad. "De hecho, en mi centro de psicología ya teníamos una lista de espera importante que, lógicamente, con la pandemia se ha incrementado muchísimo", añade.

"Al final hemos creado una sociedad donde no es fácil mantener una buena salud mental, de hecho, antes de la pandemia ya la teníamos bastante dañada: el 25% de la población tenía un problema de salud mental. Eran muchísimos", asegura la Dra. en Psicología Silvia Álava, psicóloga y directora del Centro de Psicología Álava Reyes.

Pero sin duda, la pandemia ha hecho que los problemas aumenten (especialmente en los más jóvenes, donde ha habido un incremento de hasta un 25%) o que aquellos que ya estaban hayan dado la cara o se hayan amplificado: Tal ha sido el crecimiento que para evitar listas de espera, hemos tenido que contratar a cuatro psicólogos, tan sólo en mi área", insiste la experta.

La sanidad pública es otro cantar. "Ya antes de la irrupción del COVID-19, el sistema estaba muy colapsado, y la pandemia no ha hecho más que demostrarlo o poner de manifiesto que éste ya estaba muy (muy) justo de efectivos, que no había suficientes psicólogos para tanta demanda, y que se necesitaba -ahora más que nunca- aumentar la ratio. En España, en el SNS, existen 6 psicólogos por cada 100.000 habitantes y la media en Europa se sitúa en 18", comenta Mayelin Rey, Dra. en Psicología, vocal del COP y psicóloga clínica del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid). Casi el triple.

Pero ahora también, tras la pandemia, "los compañeros de la privada se han encontrado que, en general, la cita no es tan inmediata como antes", comenta también esta experta. De hecho, desde el COP -añade Bermejo- hemos detectado tal incremento que hemos visto un crecimiento de colegiados que han creado sus propios centro sanitarios.

Es el caso de Raquel Durán, psicóloga de Crea Sentido Psicología que creó y fundó este centro junto con dos psicólogas más. "Durante el confinamiento, nos dedicamos más a nuestro Instagram (@creasentido), un espacio dedicado únicamente a la psicología. De repente, vimos que empezamos a tener mucha demanda, que los seguidores aumentaron, que los usuarios nos reclamaban terapia online y ahí empezamos a trabajar un montón. La demanda empezó a crecer tanto que el pasado mes de octubre abrimos un centro presencial entre las 3. No ha pasado ni un año y hoy somos 8 psicólogos clínicos en el centro", cuenta Durán.

Los problemas que más se ven durante la pandemia son fundamentalmente "alteraciones del estado de ánimo, trastornos de ansiedad o trastornos asociados a situaciones traumáticas que no se han ido resolviendo y que se han ido complicando y están produciendo mayores problemas de salud mental", comenta Bermejo. "Que es fundamental que haya una sensibilización y un conocimiento de los grandes problemas de salud mental que está atravesando nuestra sociedad y que podamos disponer de todos los recursos y dispositivos para hacer frente a toda la demanda".

Más psicólogos y menos medicación

La escasez de psicólogos en la sanidad pública es uno de los motivos por los que España es el país que más ansiolíticos consume del mundo. "No hay recursos para tanta demanda", sostienen las expertas.

"Datos prepandemia ya apuntaban que España lideraba el consumo mundial de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes. Pero después de la pandemia, la cifra ha aumentado", afirma Rey. Según el informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) publicado en 2021 señaló que España es el país que más benzodiacepinas consume (un grupo muy común de ansiolíticos). Los más vendidos: Valium (diazepam), Trankimazin y Orfidal. Según este documento, en 2021, un promedio de 110 españoles (por cada 100.000 habitantes) tomaron al menos una dosis al día de algún tipo de benzodiazepinas.

"Es cierto, no obstante, que vivimos en una sociedad que tiende a la automedicación, pero también es verdad que no hay suficientes recursos psicológicos en la sanidad pública para atender a toda la demanda", afirma Rey. Por ello, lo más rápido para tratar el o los síntomas -que no el problema real- es recetar medicación. A falta de psicólogos y para no tener que esperar meses para conseguir una cita, éste es el recurso más disponible.

Pero así no solucionamos el problema que hay detrás: "Enmascaramos el síntoma pero no tratamos el problema, por ello es tan importante la terapia", sostiene por su parte Álava. "Los pacientes que realizan una terapia son valientes", añade Bermejo.

"Es cierto que la medicación es más rápida, pero también que no soluciona el problema real", insiste Bermejo. "Hacer un proceso de psicoterapia requiere de una capacidad y de una valentía que a muchas personas les asusta (por puro desconocimiento). La terapia te acompaña a entender qué es lo que te está ocurriendo y a tener los recursos, herramientas y estrategias (que quedarán de por vida) para poder gestionar este y otros problemas futuros. Porque éste es también un proceso de autoconciencia".

Y también es importante entender, no obstante, que la terapia no soluciona los problemas en dos o en tres sesiones. Que la mejoraría se nota mucho más tarde: "La solución a veces pasa por un recorrido con cierto malestar. Que para llegar a la solución, antes hemos tenido que recorrer un largo camino", mantiene Rey. De hecho, hay veces que salimos de una sesión y decimos: esta sesión sí me ha servido, pero para llegar a este punto hemos tenido que pasar por las sesiones anteriores.

Las cosas cambian: ir a terapia, cada vez menos tabú

Otra de las cosas que la pandemia ha puesto sobre la mesa es que cada vez hay más personas que se atreven a pedir ayuda y a ir al psicólogo. Que ya no hay tanto rechazo, tanto miedo o tanto tabú. Las emociones forman parte de nuestra vida, todos tenemos problemas y todos en algún momento podemos necesitar un acompañamiento profesional que nos ayude a superar los problemas.

"La pandemia ha hecho que vayamos todos en masa al psicólogo porque hay un motivo común. Y ese motivo ha hecho que mucha gente se sienta más libre de llamar para pedir consulta: no me siento tan raro ni tan extraño. Mucha gente que antes era resistente a empezar una terapia, ahora, por la mayor visibilidad que ha dado la pandemia a la salud mental lo ha facilitado", explica Durán.

Y una parte muy importante de esta mayor visibilización y por tanto, normalización la han tenido las redes sociales, algo que ha influido especialmente en los más jóvenes que son quienes más las consumen. "Muchos profesionales de la psicología están haciendo un trabajo de visibilización muy importante en redes sociales, también actores/actrices, influencers o personas conocidas están normalizando la terapia: hablan de que van al psicólogo de una forma muy natural y eso hace que la gente normalice mucho más el ir a terapia", añade la experta.

De hecho, según cuenta Álava, la llamada Generación Z (los nacidos después del 2000) dan mucha más importancia a la salud mental y tienen menos miedo o menos reparo a pedir ayuda. "Es curioso como antes la gran mayoría de los adolescentes que venían a consulta era porque sus padres los traían, ahora son ellos quienes piden venir al psicólogo. Poco a poco vamos naturalizando la importancia que tiene la salud mental. Va dejando de ser un estigma para convertirse en algo natural".

Igual que cuando nos duele un brazo vamos al médico, cuando se nos estropea el coche vamos al mecánico, pues cuándo tenemos un problema mental o una dificultad para gestionar nuestras emociones, vamos al psicólogo. Porque hay que explicar que "los psicólogos/as trabajamos con personas que tienen patologías de salud mental pero también con otras muchas personas que no llegan a cumplir criterios diagnósticos para decir que hay un problema de salud mental pero quieren mejorar su vida y tener estrategias para solucionar sus problemas", explica Álava.

Otro de los factores que ha facilitado que la gente vaya más a terapia, que pide ayuda es, según opina Durán, la terapia on-line: "El 70-80% de nuestros pacientes hacen terapia online. Hay personas que se sienten así más cómodas porque por ejemplo, no se tienen que desplazar una hora para ir a terapia o sencillamente, porque en casa se sienten más cómodos o más seguros. Y sin duda, la efectividad sigue siendo la misma que si la terapia es presencial: se pueden tener vínculos muy fuertes".

Las 3 soluciones para atender los problemas de salud mental

1. Más psicológicos clínicos en la sanidad pública

Es fundamental aumentar la ratio de psicólogos en la sanidad pública. Que haya más psicólogos en la Atención Primaria. "Lo más importante es saber que tenemos derecho a pedir ayuda y a recibirla, sobre todo en el Estado de Bienestar en el que estamos. Es importante tener ese recurso en la sanidad pública, que sea un derecho para cualquier persona y que no dependa de la clase social de cada uno. Que tengan a su disposición a un/a psicólogo/a y que no haya listas de espera de varios meses para conseguirlo", sostiene Bermejo.

De hecho y según el estudio PsicAP -un estudio desarrollado en 22 centros de salud de toda España- tal como informan desde el COP, "avala la eficacia de la terapia cognitivo-conductual transdiagnóstica en el tratamiento de los trastornos emocionales en Atención Primaria". Este trabajo -realizado con más de 1000 pacientes- ha mostrado que "enseñando a los pacientes a mejorar las situaciones con técnicas de relajación, restructuración cognitiva y con diferentes técnicas psicológicas, mejoraban incluso más que tomando ansiolíticos", explica Álava. Es por ello-insisten- que se necesitan más psicólogos en la Atención Primaria.

2. Más concienciación de la importancia de la psicología

Es importante tener más información sobre lo que es la salud mental, sobre lo que son los problemas más comunes y para ello es importante acudir a fuentes fiables y a especialistas seguros. Conocemos más sobre las emociones y sobre los problemas que de vez en cuando pueden aflorar. "Que sepamos diferenciar lo que es un malestar cotidiano de lo que supone una sintomatología y una patología. Y ante la duda, mejor acudir a un especialista", sostiene Rey.

Es clave que como sociedad le demos más importancia a la salud mental. Por ejemplo, explica Bermejo, "en otros países está mucho más integrada la figura del psicólogo, como una persona de apoyo que te acompaña puntualmente en situaciones personales de crisis para poder aportar las herramientas necesarias y sobrellevar las diferentes situaciones. De hecho, en Alemania la nota de corte para entrar en la carrera de psicología es la misma que para medicina. Son profesiones muy validadas y reconocidas en otros países. En España, como consecuencia de la pandemia se le está dando un mayor reconocimiento pero todavía queda camino".

3. Prevención: educar en emociones desde la infancia

Sin duda es la asignatura pendiente: hablar de emociones y saber gestionarlas desde la infancia. Que no se escondan, que no sean un tema tabú. "De hecho, desde pequeños nos enseñan a reprimirlas: no llores, no pasa nada, enseguida se pasa... Y no, es importante hablar y educar en emociones. De hecho, la formación del profesorado en esto es muy importante", explica Durán. Y por supuesto, y como es lógico, también en las familias, que son el primer modelo y referente de los pequeños.

Y es que es clave -añade Álava- hacer una prevención y promoción de la salud mental desde que somos pequeños/as. "Es fundamental educar a los niños/as en emociones, de hecho hay colegios que lo están empezando a hacer. Si yo les voy dotando de herramientas y técnicas, muchas de las situaciones estresantes de su vida cotidiana van a saber cómo afrontarlas. Van a ser difíciles y muy complicadas, porque el país de la piruleta no existe, y los problemas van a seguir existiendo, pero tener herramientas ayudará mucho mucho por ejemplo, a que el problema no se cronifique o minimizar la aparición de patología a nivel de salud mental", concluye esta especialista.