Tor: una historia de Carles Porta
"Jugando a la butifarra y bebiendo ratafía, parece que nos ganamos su confianza": así fue la primera entrevista de Carles Porta a Palanca
Llevaba meses persiguiéndole, pero Palanca, el gran enemigo de Sansa, se negaba a hablar con Carles Porta, aunque disfrutaba de la presencia de las cámaras. Todo cambió cuando el periodista compartió con él un par de copas.

Tras el asesinato de Sansa en 1995, los vecinos de Tor intentaron que la montaña fuera propiedad de todos de manera legal llegando a un acuerdo en los juzgados. Sin embargo, Palanca, quien fuera el principal enemigo de Montané, se negaba. Tampoco accedía a concederle una entrevista a Carles Porta y no quería ni oír hablar del crimen.
Sin embargo, sí que disfrutaba de acaparar todos los focos y se paseaba por los pueblos del Pirineo con las cámaras tras él, presumiendo de su don de gentes. "Te va la marcha, ¿eh? Qué cabrones sois", le decía al periodista a las puertas de un restaurante antes de reunirse con unos amigos.
Lo poco que conseguía sacarle era su opinión sobre los abogados, quienes, a su juicio, tenían la culpa de todo y habían destrozado el pueblo. "Ya le he dicho a mi abogado que queremos montar un grupo terrorista de alta montaña", bromeaba.
Ante su negativa a hablar con el equipo, Porta intentó que sus conocidos fueran quienes le dieran una pista de su extravagante personalidad. Pocos se atrevían a hablar abiertamente y quien lo hizo, se encontró con la mirada inquisioria de Jordi Riba a pocos centímetros. "Cuesta que respete la propiedad. Creo que invade muchos terrenos que no han sido comprados ni arrendados...", intentaba decir uno de ellos hasta que fue interrumpido por el cacique.
"Sin querer, eché leña al fuego", reconoce hoy Carles Porta. "Esta historia está llena de personajes complicados o, si preferís, delicados, inflamables, que se encienden enseguida", añade.
Con alcohol y juegos de cartas: el primer acercamiento de Palanca a Porta
En el bar Casa Mariano, entre ratafías (un licor típico catalán) y juegos de cartas, Porta consiguió por fin ganarse la confianza de Palanca, a pesar de las reticencias de su intimidante mozo, Lázaro, a quien muchos señalan como uno de "sus matones". El otro es Pablo, quien aguarda entre las sombras.
"Quieren emborracharnos para ver si nos equivocamos y decimos que hemos matado a Sansa", le advertía Lázaro al cacique.
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