Había ganas y mucho secretismo. Durante meses la información ha ido llegando con cuentagotas. Amazon nunca ha querido enseñar más de la cuenta sobre su serie basada en el universo del profesor Tolkien. Prueba de ello es que la prensa no hemos tenido acceso, como suele ser habitual, a poder visionar los episodios con antelación. No hemos recibido ninguna copia digital de la temporada. Hemos visto exactamente lo mismo que veréis hoy vosotros y, además, todos juntos en una sala de cine. Se ha intentado por todos los medios evitar indeseables filtraciones.
La importancia del proyecto lo merece. No es que estemos hablando de la serie más importante para la historia de Amazon, que lo es. Es posible que, debido a la escala, a la inversión y a la importancia del proyecto, estemos ante la serie con más ganas de trascender de la historia de las series. Que lo consiga o no sólo el tiempo y cómo se desarrollen sus 5 temporadas lo dirán, pero por falta de ganas, ambición y medios, no va a quedar.
Antes de meternos de lleno en cómo han sido estos dos episodios vamos a sacar al elefante de la habitación y quedarnos tranquilos. Desde hace tiempo, las redes vienen alimentando un debate y comparando cierta serie con dragones y una familia mal avenida de pelo plateado y la nueva ficción sobre la Tierra Media. Por la cercanía de sus estrenos, ambición, importancia para sus respectivas plataformas y por su género, hay razones suficientes para hacerlo pero... ¿se pueden comparar 'La casa del dragón' y 'Los anillos de poder'? Absolutamente no.
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Es cierto que las dos comparten género: la fantasía medieval. Pero dentro de él, están en las antípodas. La serie de HBO es violenta, es sucia, es oscura. Refleja los deseos más bajos del ser humano y lo que se llega a hacer por acceder el poder o mantenerlo. Todo vale para conseguir el Trono de Hierro. No hay personajes buenos o malos. Todos están llenos de grises, son ambiguos. Hay dragones, sí. Pero es el único componente fantástico. Esta serie juega a otra cosa. A la guerra por el poder, a la trifulca palaciega. Sin embargo, 'Los anillos de poder' es fantasía con mayúsculas. Es el bien contra el mal. Personajes muy buenos que son engañados por otros viles y corruptos. Es la lucha por desterrar la oscuridad de nuestros corazones. Apenas hay ambigüedad, apenas hay grises. Todo es blanco o es negro. Hay magia, hay épica, hay grandiosidad.
Una vez dejado claro el espinoso tema, vamos al meollo. Pero no ahondaremos en quién es quién o la premisa argumental de la serie. Para eso está nuestra guía en la que repasamos todos los detalles de la serie pormenorizadamente. Es hora de centrarnos en lo que suponen estos dos primeros episodios de 'Los anillos de poder'.
Lo que nos gusta
La historia
En un principio podría parecer que la mejor historia de la Tierra Media ya está contada. La Guerra del Anillo siempre ha sido el hito y el fuerte de la obra de Tolkien, así que muchos eran los que creían que esto iba a ser una historia menor. Tras lo visto, no apunta a eso para nada. Los showrunnersJ.D. Payne y Patrick McKay, unos novatos en estas lides (algo que ahora sorprende todavía más tras la escala de lo visto), han cogido lo poquito que Tolkien había escrito sobre la Segunda Edad de la Tierra Media y han dado a luz una historia que respira épica por todos lados y que está llena de incógnitas. Cada una de las cuatro grandes tramas vistas hasta ahora (la búsqueda de Galadriel, Elrond y los enanos, la de los pelosos y la de Arondir y los hombres del sur) nos dejan con incógnitas y preguntas. El ritmo además no deja ni un momento de respiro y para el recuerdo nos queda ya esa secuencia 'made in J. A. Bayona' del segundo episodio que entronca con ese terror tan marca de la casa y que nos ha puesto los pelos de punta. Todo en 'Los anillos de poder' destila un olor a grandeza. A serie que quiere trascender. Es un arma muy peligrosa porque podría caer en su propia trampa y acabar pareciendo más de lo que es pero, de momento, cumple de sobra con lo que promete.
La escala
Peter Jackson sentó unas bases con la trilogía de 'El señor de los anillos' que eran muy difíciles de obviar. En 'Los anillos de poder' se ha querido dar una identidad visual propia a la serie pero es innegable que bebe del imaginario creado por Jackson. Y eso se identifica sobre todo con la escala de lo que vemos. Planos espectaculares y súper abiertos de una Nueva Zelanda que ha vuelto a ser la Tierra Media para la ocasión. Unas ciudades (agarraos al asiento cuando acompañéis a Elrond por Khazad-Dûm) que destilan belleza e imaginación. Es innegable que el estar argumentalmente en la Segunda Edad y asistir a una época de plenitud para elfos, enanos y hombres hace que la serie gane mucho en lo bonito de todo lo que vemos pero no por ello podemos dejar de destacarlo. Todo en 'Los anillos de poder' parece gigantesco e inabarcable.
Es la Tierra Media
Enanos, elfos, hombres, misteriosos visitantes, orcos y... pelosos. Los antepasados de los hobbitscreados para la ocasión nos parecían, a priori, un inserto que podría llegar a ser innecesario y que se habían ideado para tener otro nexo de conexión con 'El señor de los anillos'. Nada más lejos. Son otro engranaje capital para que los dos primeros episodios (sobre todo el segundo) ganen en interés. La incipiente aventura de Nori nos ha gustado muchísimo. Es colorida, es inocente y, puede que nos depare una tremenda sorpresa. Toda ella, al igual que el resto es pura Tierra Media. Había temor de que Amazon no hubiera sabido captar el estilo y la esencia del universo de Tolkien pero, podéis quedaros tranquilos. De momento lo han conseguido. Hemos vuelto a la Tierra Media.
Deja con muchas ganas de más
Pocos piropos mejores se le pueden echar a una serie. Si cuando desfilan los créditos estás deseando darle al play para ver qué sucede después y si te frustras porque hasta la semana que viene no vas a poder saber qué va a pasar la misión está cumplida. Y 'Los anillos de poder' cumple con creces.
Lo que nos gusta menos
Desequilibro en las tramas
Cuando intentas abarcar demasiado es inevitable que no puedas acertar en todo. 'Los anillos de poder' da en el clavo en muchas cosas pero quiere contarnos tanto y necesita tender tantos puentes que, irremediablemente, cae en el error de no poder equilibrarlo todo como nos gustaría. El primer episodio hace lo que tiene que hacer. Es el piloto y tiene que caer en los manierismos de un piloto. Hay que presentar la historia, a todos los personajes posibles y empezar a sembrar echándonos migajas de la historia. Y esas migajas son muy interesantes si hablamos de Galadriel o de los pelosos (sobre todo al final del primer capítulo) pero no tanto si miramos a Arondir. Su relación con Bronwyn y las ganas de los creadores de establecer esa interesante relación interracial prohibida cojean en comparación con el resto. Nos interesa menos. Es verdad que es una trama que en el segundo episodio coge velocidad pero no deja de darnos esa sensación de que en comparación con el resto parece el eslabón más débil de la historia. Habrá que ver cómo va evolucionando.
Que sepamos ya cómo va a acabar todo
Es la pena de que las secuelas, las precuelas y los spin-offs estén tan de moda en la industria. Siempre es gratificante imaginar por dónde van a ir los tiros en cualquier ficción. Imaginar y elucubrar con la pareja o con los amigos cómo acabará todo. En el caso de 'Los anillos de poder' lo sabemos. Esa es la pena. Sabemos que Sauron acabará engañando a todos y forjando los anillos de poder y el Anillo Único al igual que sabemos que los Targaryen y sus dragones acabarán desapareciendo casi por completo. Lo que tenemos que hacer es disfrutar de cómo se llega a ese final sin pensar en el final en sí. Es algo totalmente subjetivo, cierto. Pero no podemos dejar de pensar en lo alto que podría volar esta serie sin la atadura de tener su final fijado. Es algo imposible así que como dijo una vez un tal Bilbo: "Es peligroso, Frodo, cruzar tu puerta. Pones tu pie en el camino, y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar". Veremos, antes de llegar al final, a dónde nos conducen esos pasos. De momento, son pasos firmes. Son pasos tremendamente disfrutables.
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