Alberto Chicote se desplaza hasta los montes del norte de Guadalajara con varios agentes medioambientales para comprobar de primera mano cómo recolectores ilegales tratan de hacer negocio con las setas.

Los pinares son propiedad de la Junta de Castilla-La Mancha y la normativa es muy clara: únicamente permite a cada persona recoger cinco kilos para el consumo propio. Sin embargo, muchos tratan de burlar la ley.

Poco después de poner en marcha un control, los agentes descubren varios coches cargados hasta arriba de níscalos con una cantidad muy superior a la que está permitida.

A pesar de que incumplen la normativa, una mujer y un hombre tratan de justificar la importante cantidad de setas que llevan en el interior de su furgoneta. Dicen que eran cinco personas, pero que los demás se han ido a Guadalajara a comprar. No obstante, después cambian la versión y aseguran que se han ido porque estaba lloviendo.

Llevan en total 70 kilos de setas que con un precio en el mercado de entre 20 y 25 euros podrían ascender a 1.750 euros.

La Guardia Civil les permite llevarse solo 10 kilos, pero la mujer intenta burlas a los agentes: "Mira, que me denuncien, yo me llevo mis kilos [...] Vamos, no me jodas, me vas a quitar esto después de estar toda la mañana aquí".

Las setas estaban colocadas en cajas, aparentemente, listas para su venta en las que figura que son de 'calidad de primera'. Además, a pesar de que no han pasado ningún control sanitario y la trazabilidad del producto está en duda, en los envases figura falsamente que cumplen con toda la normativa.